Bienvenido

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viernes, 27 de septiembre de 2013

Poros suaves

Enfrentarse a la sombra del placer, dejando de lado el corazón y el olfato, sólo embestir hacia el oscuro y hondo infierno que habita los pensamientos impuros, el estremecer que se adueña del cuerpo de los fanáticos, que nos impulsa a bailar sin control y sólo mece la cuna de amortiguado aroma a podredumbre.

¿Cómo salir del lodo sin haber cometido al menos cuatrocientos cincuenta pecados, cómo dejar de sentir si es tan revitalizante el ardor del fuego? La piel desgarrada me pone de buenas por las mañanas.

Comer un pedazo de lombríz que gira en mi boca tratando de encontrar un recoveco falto de dientes, sus anillos revientan explotando un sabor a antigüedad sin límites, el saber de los viejos, de la sabiduría, del alcohol y las bromas, de departir entre miles de personas sin salir de uno mismo claro.

¿Cómo decir cosas inteligentes cuando uno es torpe, ignorante y hasta petulante, como caminar por las calles de mi barrio si no me gritan ahí va la perra?

Salir por las tardes a disfrutar la lluvia ácida y el cielo roto, cargar con los cadáveres de mil niños vietnamitas que no comen más que hongos ya tan podridos, que hasta tienen hongos.

Corretear señoritas ambigüas que se inyectan aceite para autos, que tienen curvas desde las que se desliza la lengua del diablo siempre ofreciéndome una inhalada, sólo una, por que no dos, bueno me quedo un rato,

Te veo mañana sol, las nubes me ganaron la apuesta, y finalmente, las noches se hicieron para despertar.





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