Bienvenido

Bienvenido

lunes, 29 de diciembre de 2008

Nara

Ver el atardecer gris con el estómago vacío, así recuerdo lo que se siente estar solo, no solitario, no necesitado, solo. No con nostalgia ni melancolía, más bien concentrado, seguro, completo, totalmente auto suficiente, en casa.

Todas las mañanas de enero me desperté sintiendo esto hasta que perdí un poco la cordura y destruí mi departamento en un arranque de pura ira, no se de dónde vino pero desde entonces tengo una al mes, y cada vez son más fuertes, ahora vivo en la calle para evitar destruir mis cosas. Bueno en realidad ya no tengo cosas, ya todo es basura, deshechos, un poco como en lo que me he convertido.

En el parque en el que duermo destruí un par de árboles y tuve la suerte de que sucediera de noche así nadie me vio, y no me corrieron los polis.

Cada que paso por enfrente de una peluquería veo a una hermosa mujer que al parecer trabaja ahí, tiene el pelo negro y recortado de varios largos, un mechón le cubre el ojo izquierdo, tiene ojos grandes delineados de negro y es muy delgada, usa vestidos todo el tiempo, eso me encanta, claro que cada que me ve pone una cara de asco bastante clara, desde la última vez que pasó eso la comencé a evitar y a observar de lejos, al menos así puedo admirar su belleza sin ser interrumpido, hoy es 12 de diciembre, el pinche día de la virgen y todo el mundo está pasando en bicicletas por todos lados, no me dejan en paz, los detesto.

Como de los desperdicios de un restaurante chino, ni las ratas se me acercan, aparentemente no comen a sus semejantes. El sabor dulzón de todo siempre me pone de buenas, no se por qué.

Camino un poco sin rumbo la mitad del día, siempre en una nueva dirección, trato de ver lugares nuevos todos los días, pero a veces repito sin darme cuenta hasta mucho después, siempre hay algo que me regresa al primer momento en el que estuve ahí.

Cuando me doy cuenta que estoy en un lugar viejo de nuevo, me enojo muchísimo, los últimos 9 ataques de ira han sido así, ya falta poco para el último del año, me pregunto si podré ser normal de nuevo, yo creo que no.

Hoy averigüé como se llama la chica de la peluquería, Nara, que buen nombre, me la quiero robar y tenerla sólo para mi, pero creo que no le gustaría, tengo que encontrar la manera de que lo quiera tanto como yo.

Ya va a ser navidad y la peluquería no ha abierto, el señor de los periódicos es el único que sigue trabajando en la cuadra, decidí irme unos días de vacaciones, a ver hasta dónde me lleva el destino.

Caminé durante tres días sin parar, espero recordar como regresar, no tengo ni idea de dónde estoy, pienso en Nara todo el tiempo, ¿pensará en mi, al menos como un mal recuerdo?, ojalá si.

Veo cientos de personas que caminan en una misma dirección, los sigo para ver hasta donde llegan, es una ola de gente que crece cada hora al doble, pronto somos miles, y no veo más que gente, se acabó la ciudad, sólo veo gente y árboles, algo no está bien. Me detengo y espero, tuve que esperar un día, dos, al final del tercero sentí algo extremadamente familiar, comencé a sudar, el calor de un volcán me invadió en segundos, éste era el peor lugar del mundo y sin embargo estaba feliz. Estallé en puños y gritos, la multitud no supo que hacer al principio, desconcertados sólo los que recibían mi violencia sabían que pasaba, algunos ni así, mi ira era inagotable, vi fuentes de sangre y vísceras por todos lados, gritos que no eran míos me ahogaron, mi espina dorsal estaba en el cielo, de pronto un remolino de puños me deshizo en segundos, caí al suelo y me levanté al menos cien veces, pero el remolino nunca se detuvo hasta que mi ira se fue, bueno, aún cuando la ira se había ido el remolino siguió ahí, hasta que me colgó de un árbol y se desintegró, pude ver a la multitud pasar a mi lado durante días, cada dos o tres segundos alguien me aventaba algo, un insulto, una piedra o un zapato, de todo un poco.

Finalmente caí del árbol, no había comido en días, ¿que habrá pasado con Nara?, ojalá me hubiera visto, seguro nadie ha hecho algo como esto nunca, seguro soy el primero en hacerlo y sobrevivir, ojalá me hubiera visto.

El camino de regreso fue algo difícil de describir porque me desmayé mucho, sólo se que un perro me lamió un buen rato hasta que me desperté y me lo comí, era un buen perro. Por alguna razón encontré mi parque, los árboles mordidos y la fauna callejera me esperaban como si nada hubiera pasado, caí como cadáver sobre mi vieja caja, que estaba un poco más acolchonada gracias a las inclemencias del clima.

Cuando por fin desperté era de noche, ni un alma por ningún lado, pero un olor delicioso llegó a mi, no sabía cómo pero estaba seguro de que eras tu, Nara. Como sabueso salí en tu búsqueda y caminé escasas cuadras cuando te encontré, tirada, con la ropa desgarrada por la violencia de otro, con tu sangre mezclada con su semen, con tu saliva esparcida por el pavimento, tu pulso débil intentando sobresalir sin mucho éxito, la ternura me inunda como la ira lo hace pero al parecer nunca se va, te recogí con calma, te llevo a mi esquina y te arropo, tengo que ir por comida.

Los días pasan, despiertas y te da un infarto cuando me ves, te alimento y me mantengo lejos, tu miedo, puedo oler como se va diluyendo, mi paciencia es cada vez mayor, empiezo a entender tu ritmo.

Semanas han pasado, el año nos ha invadido ya más de tres semanas, tu ya puedes caminar y ya recordaste quien eres, ya me reconociste como el tipo que te asustaba cada dos o tres días y que de pronto desapareció, ya fuiste a tu casa y te deshiciste de todo, ya me dijiste quien te hizo esto, quien te convirtió en el ser dañado que ahora me ve con amor y respeto, que me adoptará y amará a pesar de mis defectos, ojalá pudiera encontrar al que te hizo esto y estrechar su mano, darle las gracias, me ha hecho el hombre más feliz del mundo.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Culhuacán

Las calles grises y el frío, la fuga de agua en la esquina de siempre, los niños que juegan cosas violentas en el pasto, el tipo que lava su auto con música ochentera a todo volumen, las señoras que chismean sobre los vecinos, mi mamá gritandome desde la ventana, las chips blancas que escaldan mi lengua, el Beto que camina detrás de mi, Nayeli que me mira desde la ventana sin poder salir, Marusia, Nube y sus papás en el brasilia crema con flores, huele a hippie, Arnulfo y su taxi, la señora del 6 y sus 14 hijos, el güicho pasándose de lanza con alguien, perros callejeros que acosan a una perra sola y se la cogen por turnos hasta que uno se queda atorado, Tacho y su reven de dos semanas, huele a pomo, mi alfombra llena de polvo, música brasileña de fondo, las puertas están abiertas, es sábado.

El silencio gris de las calles repletas de coches estacionados, rejas por todos lados, nadie en la calle, el pasto muerto, la ropa colgada en la ventana, 3 tipos en la esquina que venden y compran, las puertas están cerradas, es sábado.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Soldado

Criminal y perro callejero, que caminas por las orillas del mar de sangre que es tu país, sin creer ni saber, porque no tienes ni opción ni ganas y sobre todo no sabes de que hablo, eres como una pared llena de justificaciones que aunque entiendo odio, odio odio odio odio odio, puro y abstracto, hacia todo, hacia ti, tu nación, tu desempeño y tus logros, tu hambre por satisfacción.

Conociéndote y no, sin saber que te motiva sólo entiendo que es lo que veo, lo que quiero, lo que sé, lo que me dice que no eres pura maldad sino alguien sin opciones, sin rastro de humanidad más allá de su capacidad de lastimar a alguien aún por dentro.

Corriendo detrás de ti todos los días, suplicando que no olvides que somos de la misma tierra, aún así me volaste la cabeza, aún así me arrancaste todo de un tajo sin importar que yo sea igual a ti, que tampoco quiero saber y que sólo se destruir, no tuviste consideración, la consideración no existe, todos no exterminaremos hasta que no quede nada y así se construirá una nueva nación con nuestros deshechos como cimiento, el de siempre, el que ha servido para construir todo en el mundo, nuestros cadáveres sin razón.

No es que sepa de que hablo, finalmente soy un cadáver que se pudre lentamente en algún lugar del bosque.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Cálculo rosa.

La nariz congestionada y el abrigo lleno de polvo, la humedad cae constante en mis hombros, mi pulso se acelera cada escalón que subo, el cigarrillo me quema los dedos y me despierta un poco cada vez.

El olor de lo que queda de ti me arranca una lágrima que cae desesperada sobre tu nuca.

Los brazos doblados sin sentido, la lógica escapó.

Tus ojos observan tu hipotálamo.

Un tacón cuelga de la cama, rojo, sucio, hermoso, lleno de mi.

El abrigo cuelga de mis hombros como una toalla mojada, pesa aún más.

El cielo se derrite sobre la ventana y la noche.

Encender un cigarrillo...no queda más.

Tu aliento parpadea como lámpara vieja, no te has ido, ya vete, por favor, vete.

La pared me detiene por fuera, por dentro nada, todo se cae.

Ni culpa ni remordimiento, sólo la inquietante ausencia de todo, no hay nada dentro de mi, no se a dónde, pero se fue.

Te veo marchitar como fruta en la selva, envejezco igual de rápido que tu, nos deshacemos juntos.

¿Y luego?

La nada, otra vez.

Avestruz

Caminar por el desierto no es cosa fácil, así como decir obviedades es lo más sencillo del mundo, por eso cuando te veo caminar descalza en la arena me pregunto, ¿de dónde carajos sale el amor?

No lo entiendo, pero no importa, de todos modos el humo que se arrastra como cascada en cámara lenta por tus labios me distrae de tu desnudez y calor que me acarician todo el día.

No dormí, tu tampoco, pero me desperté con más ganas de seguir despierto, estaba en shock y tu no lo hiciste fácil, regresaste a ser tu y yo ya no pude regresar, me quedé, atorado en ti.

Pero los días pasaron y todo se fue volviendo un poco más distante y asumido, cariñoso pero a ratos, moderado, muerto pero vivo, zombi.

De todos modos estoy contento y vivo, que hueva, el conflicto es cómo sentirme mejor y el terror que me causa el fin de las cosas, conflicto de segunda.

Como sea, las sábanas siempre están frías y cuando pienso en ti, más, se que es extraño pero, nada nunca es normal, al menos no en mi mundo.

Supongo que sencillamente soy fácil de sorprender.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Pinche Juanito

No recuerdo cuando fue la última vez que dormí bien, pero seguro hoy no será el día.

Llevo cuatro años viviendo fuera de mi ciudad, encerrado en el maldito campo, en provincia, demasiado aire puro, demasiado color verde, demasiado poco sucede.

Al menos hasta esta mañana en la que me despertó el grito desgarrador de un niño, lo había pisado un caballo, que curiosamente nadie sabe de dónde salió ni adonde fue, la cosa es que el niño estaba tirado con la pierna plana, sin volumen, como de caricatura.

Se desmayó en cuanto vio que alguien se acercaba, obviamente no fui yo, fue el Carlos, clásico héroe general, siempre hace lo que se espera de él, llega temprano, siempre sonríe, es fuerte y buena gente, su único defecto es que mide un metro cincuenta, aún así la gente lo ama.

El niño fue llevado al hospital en lo que yo abría mi cerveza de las 9 de la mañana y prendía el último cigarro que me quedaba, comencé a escribir la bitácora de los próximos doce meses, ya tenía mi plan, esa noche me desaparecería para siempre y seguiría mandando la bitácora desde las manos de mi títere personal.

Anocheció justo cuando estaba terminando de escribir y cuando llegaron noticias de Juanito, el niño con la pata muerta, todo bien, iba a sobrevivir, pero pues, perdió la pierna el pobrecito, chale, que bueno que ya me voy, el drama no se me da.

No pude dormir; mosquitos, cigarras, el viento, el olor a humedad, el río, las pisadas del caballo, el calor, las... un momento, ¿caballo?

Me asomé por la ventana y vi al pinche caballo, negro como la noche, no, más negro y gigantesco, como dinosaurio, bueno no tanto pero si cabrón, muy cabrón, salí lentamente a verlo un poco mejor.

La luna rebotaba en cada uno de sus cabellos, o pelos o lo que sea, sin darme cuenta de pronto estaba a 10 centímetros de su lomo, cuando me di cuenta lo único que pude hacer fue mirarlo y para mi sorpresa él me estaba mirando a mi, y no de buena manera. Lo que pasó a continuación está muy difuso en mi memoria, lo único que se es que el viento sopló de repente muy duro y me caí, cuando desperté estaba sobre el lomo del caballo y el viento era helado, casi caigo con la sorpresa pero me agarré de su piel como si fuera la última rama en el precipicio, eso tampoco le gustó.

Cuando creí que iba a morir congelado el cabrón se detuvo y salí volando hacia el frente, caí sobre una superficie blanca y helada que después entendí era nieve, lo que nunca entendí es como llegó ahí, o cómo llegué yo ahí, bueno me llevó el caballo pero... en fin la cosa es que tenía un chingo de frío..

Caminé un poco a ciegas, con tanto blanco ni parecía que era de noche, caminé y caminé hasta que me topé con una piedra transparente, me costó un poco de trabajo pero después de un cuidadoso análisis llegué a la conclusión que lo que había adentro era un cuerpo humano, sin ropa, con buen cuerpo y cara de culera.

Amaneció, yo temblaba a lado de la chica congelada y a punto de dormirme, todo era confuso, hasta que escuché un crujido muy particular, como papel filoso siendo arrugado implacablemente, abrí los ojos y dos morsas estaban platicando sobre mi, no se que decían pero seguro era sobre mi porque se estaban riendo.

Me pusieron un abrigo de ellas, me veía ridículo, me quedaba muy grande, me dijeron lo que yo interpreté como mi misión y me empujaron al precipicio con la mujer congelada sobre el mismo trineo, nos deslizamos sin control hasta el fondo, un árbol gigantesco nos hizo el favor de decirnos que el camino había terminado.

Mi cabeza sangraba y la chica congelada estaba partida en dos, me dio mucha curiosidad y tuve que tocar la parte en la que ella estaba un poco expuesta, igual y se sentía diferente, y sí, se sentía pastoso.

Arrastré el trineo con la chica partida en dos hasta que tuve fuerzas, me dejé caer, no podía más, me dio sueño, me dormí, y soñé con el campo y su calor, con Juanito brincando en un pie por el campo, el caballo negro en la cima del cerro, riéndose de mi, desperté.

La chica partida en dos estaba siendo ensamblada por un grupo de enanitos, muy pequeños, me levanté rápidamente y aplasté un par, eran agüaditos por dentro y calientitos, empecé a embarrarlos por mi cuerpo, eran azules y hablaban como ardillitas, pero nunca entendí nada de lo que me dijeron, y cuando me dí cuenta ya me los había acabado y ya no tenía frío, bueno sólo en la nariz.

Seguí arrastrando a la chica en el trineo, caminé y caminé, la pinche nieve no se acababa y el frío al menos ya no era terrible, pero me estaba aburriendo y tenía hambre.

Vi humo a lo lejos, caminé hasta el lugar, era una choza muy particular, tenía una ventana en el techo y nada más, la entrada era por ahí, la salida también, creo, bueno al menos así la usé yo.

Una ancianita de tamaño micro, aún más pequeña que los enanos azules me gritó algo que ni alcancé a oír, pero había un cuerno gigante que ella usaba como amplificador, su voz era bastante dulce.

Me dijo que si tenía hambre y me dio de comer, le mostré a la chica helada y me dijo que ella podía arreglarla, la metió en una olla bastante grande, las dos partes, y la dejó hervir de 30 a 45 minutos en lo que leíamos revistas de chistes.

Finalmente la chica nos gritó que se estaba quemando, fuimos a sacarla y la boca no le paró ni un segundo y sí, era una culera.

Nos fuimos, no porque yo quisiera, sino porque la viejita ya no nos aguantaba.

Caminamos al calor de las quejas de la que ahora se hacía llamar Laura, la hocicona.

El frío se puso cabrón y Laura que no dejaba de quejarse y de decirme que todo estaba mal, no lo hacía fácil.

Después de unos días entre el hambre y la locura tuve el terrible impulso de brincarle y abusar de ella sexualmente en miles de formas distintas, al principio se resistió un poco pero no demasiado, aparentemente también tenía ese impulso, lo curioso es que siguió quejándose todo el tiempo, bueno eso no es lo curioso, lo curioso es que dejó de molestarme.

Nos encontramos con varias comunidades de enanitos azules que usamos de engrudo y comida, sabían como a uva y descubrimos que tenían algunos usos bastante interesantes de tipo sexual, nuestro viaje se convirtió en algo muy agradable hasta el punto en el que las quejas se detuvieron, y el que sus piernas y su torso no estuvieran juntos dejó de ser TANTO pedo y más bien se tornó en algo que usamos de manera... creativa.

Para cuando llegamos a la casa de las morsas en realidad ya no estábamos buscando el lugar, sólo llegamos.

Las morsas nos hablaron en su idioma de papel filoso y ella les contestó con un simple no, a continuación una ola de tremenda e inesperada violencia sucedió a mi alrededor, yo no pude mover ni un dedo, pero el hecho es que al final Laura y yo estábamos cubiertos totalmente de sangre y las morsas eran un montón de vísceras sin sentido, obviamente hubo una explosión sexual inmediata y nos revolcamos como vikingos drogados con la victoria.

La sangre secó eventualmente y se convirtió en nuestra segunda piel, la renovamos cada dos o tres días, con nuestra comida.

Hacemos el amor un par de veces al día y cogemos el resto, si no fuera por eso seríamos unos cerdos de 200 kilos.

La vida en la nieve tiene sus ventajas pero en general es una hueva estar siempre a la defensiva, como que no me puedo sentar y no hacer nada, pasar todo el día viendo al infinito, eso es lo que necesito, un poco de paz.

La vida se ha convertido en algo un poco rutinario, creo que ya me voy a ir, lo que tengo que averiguar es como decirle a Laura sin que se enoje, no creo que haya pedo, igual y hasta le late el cambio.

Bueno, pues si hubo pedo, y ahora mismo estoy en la oscuridad de una cueva tratando de imaginar cómo es que se me ocurrió que decirle era una buena idea.

No hay tiempo para pendejadas. Piedras y una lanza, es todo lo que tengo, un ruido llama mi atención, unas piedras caen del techo, un haz de luz entra, Laura cae a través del agujero, sus piernas caen sobre la piedra y se parten en mil pedazos, al menos por dentro.

El torso se logra colgar del techo, me acerco y la miro desde abajo, ella me mira con lágrimas en los ojos, le mando un beso y salgo corriendo.

La cueva es enorme y no se hacia dónde ir, pero camino seguro de mi mismo, veo una luz a lo lejos y la sigo, finalmente llego a una entrada, más nieve.

Días y días en la nieve, días y días sin entender quien soy.

Las energías me abandonan, el fin está cerca, la luna se ríe de mi, otra vez.

Duermo plácidamente en la inmensa playa congelada, pero puedo ver, todo, aún a ti, pinche Juanito.

Sancho panza vive dentro de mi.

Comiendo mariscos anochecía en una playa perdida por el Caribe, sabían a jabón.

La luna iluminaba todo y la electricidad nomas no estaba presente, caminé por las orillas del mar viendo la falsedad de la noche que se extendía infinitamente frente a mi.

Me encontré con un tuerto que me dijo cosas que no entendí y que no quería saber, lo dejé atrás sin trabajos.

Me metí al mar un poco para recordar lo que es sentir, hasta que me asustó su afecto desmesurado, me quería para el solo.

Robé un par de cocos del suelo y los usé como cantimplora, corrí hasta que amaneció y me encontré al arbusto, por fin.

Lo dejaste justo como prometiste, sin hojas pero con forma, me acordé instantáneamente del amor que siento por ti y lloré un poco, por cursi nomas.

Lo arranqué del piso y lo cargué de regreso hasta la ciudad, que me recibió como si nunca me hubiera ido.

Atravesé el centro con el arbusto hasta ti, te encontré dormida en una banca del parque, te desperté con unas cosquillas en la nariz, que sólo lograron que me odiaras una media hora.

Cuando nos viste juntos nos ignoraste con resentimiento puro, me lo llevé a la cafetería, al menos él me necesitaba.

Caíste a nuestro lado con resignación y nos miraste largamente.

- No puedo creer que te acordaras donde estaba.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Que mal huele

Sacando la basura un día vi que mi banqueta tenía una costra negra, era gruesa y denotaba antigüedad, no se bien de donde vino, pero si sé que no se iba a ir pronto.

A la mañana siguiente la costra había crecido el doble, se había comido un poco el concreto, me miraba con malicia, decidí ignorarla porque no me gusta ser presionado.

Un par de semanas después iba caminando tranquilamente hacia mi casa, cuando me faltaba una cuadra el piso debajo de mi se colapsó y caí durante lo que pareció un mes hacia el vacío, hasta que finalmente caí en una plancha de concreto líquido, era gel, color gris y sabor pasta rancia.

Al salir se endureció un poco la capa que cubría todo mi cuerpo, así que caminé como robot por el resto de la noche.

Después de explorar lo que parecía un laberinto interminable de catacumbas, llegué a una esquina en la que había un par de cubetas de agua puerca con un trapeador, la use para lavarme un poco la armadura de concreto y ahora era robot mal oliente.

Un zumbido muy fuerte comenzó a atacar mis oídos, cada vez más fuerte, cada vez más cerca, hasta que una nube negra me invadió.

Sentí como miles de pequeñas pinzas arrancaban pequeños pedazos de mi piel, poco a poco me di cuenta que ya no tenía ni músculos, sólo era un esqueleto, sólo y con frío.

La nube negra me abandonó como si ya no fuera importante y me dejó caer sin la capacidad de moverme, estuve ahí sentado durante al menos cien años.

Es muy extraño tener tanta hambre y no poder comer, nunca morir y encima ser orinado por cada pinche criatura del reino animal que existe en el área.

Un día cualquiera entre la visita de las ratas que me comen poco a poco para limpiarse los dientes y el murciélago que me confunde con su departamento de soltero llegó algo nuevo, un incendio que carcomía todo a su paso, sin misericordia, rápido e implacable, fue lo mejor de mi día.

Me hicieron humo esta mañana y me siento libre como nunca, flotando en miles de partículas por el aire, con millones de compañeros distintos, todos viajando en el mismo avión, sin rumbo fijo.

Un día de tantos, volando sobre la ciudad, reconocí mi casa, decidí bajar a revisar que había pasado, y para mi sorpresa, no había pasado gran cosa, la costra estaba siendo removida quirúrgicamente, mis vecinos esquibaban el agujero con los ojos cerrados, los niños las brincaban con facilidad, hasta me dio nostalgia, yo estuve al principio de esta grandiosa obra.

Aterrice sobre el lomo de un gato, y decidí que había encontrado el lugar para hacerme viejo, en el lomo del gato que orinó a mi madre cuando ella no era nadie, y me echó la culpa después.

Right?

Doing coke, dropping acid, snortng extasy, smoking crack, eating shrooms, dying young, driving fast, fucking hard, kicking heads, smashing skulls, dancing all night... who cares.

It's all about being loved, or admired, or rich, or respected, or feared, or just be fucking someone.

We just come here to die, so in the meantime, have fun...bitch.

Mmmmm

- Chale, no entendí, neta.
- ¿Qué no entendiste?
- ¿Por qué se supone que tu debes de entrar si no quieres?
- Porque si no entro me van a matar.
- Ajá, ¿y?
- ¿Cómo que y?, pues quiero vivir.
- ¿Después de entrar a esa madre quieres vivir?
- Pues.. si, ¿no?
- La neta yo nel, está muy cabrón, dicen que si entras ya nunca eres el mismo.
- Pero... no puede ser tan malo, ¿o si?
- Pues no se, pero eso es lo que dicen y pues por algo lo dicen.
- A lo mejor tienes razón, pero ¿qué hago?
- Pues no entres
- ¿Y que me maten?
- Si
- No mames
- Seguro va a ser en chinga
- ¿Y si no, que tal que me torturan un año?
- Tú no mames, saldría muy caro, lo más barato es darte en la madre así como va
- Si eso es cierto...
- ¿Qué?
- ¿Qué de qué?
- Qué qué es cierto
- A ya, nada... ¿y si me suicido?
- ...
-¿Qué?
- ...
- Bueno ya dime algo
- Mmmmmm...
- ¡¿Mmm qué mmm qué?!
- ¿Puedo ir contigo?
- ¿Neta?...
- Si, como que ya no tengo nada que hacer aquí y pues, si ya te vas pues agarró aventón, mejor acompañado ¿no crees?
- Pues si por que no, pero yo ya me voy ahorita
- Si si, no hay pedo, de todos modos ya no tengo que llevarme, todo se lo quedó ella
- Si cierto, que mamada
- Si si, mamadas, mamadas
- ...
- Bueno...¿tons qué, ya no?
- Si... si, vámonos
- Vámonos
So, what if, the only thing I could say is no, forever no, to everything, you think I'll feel safer?, or maybe stronger?, or just dull and numb?

Cañaveral.

Sube y baja la navaja, acaricia mis brazos, me corto sólo un poco, la sangre brota duro, hay que susto, le llamo al que me cree y le pido una mano, me arrepiento y le confieso, que la neta ya mudé, de amores y de gustos pero lo extraño a él, se queda callado y deja de doler, me quedo con el baño y él se va a joder.

Extraño mi egoísmo, me cae.

argollas

Tales son las cuestiones que nos atañen hoy día, que me dices que esto ylo otro y yo hago esto y lo otro y caigo en telarañas de sutil tela, mujer

aceituna

La suave y rancia sombra de mi cuerpo taparon la vista de Eunice, me lo hizo saber con su acostumbrada dulzura de forense.

La luz entró por el orificio de bala del cráneo del cadáver de la niña pequeña que hace escasa media hora jugaba en el parque de su unidad habitacional

domingo, 14 de diciembre de 2008

Las vicisitudes de las mamadas

Como diría mi amigo Marco, a ese guey se ve que lo pasaron por terrracería. Y cada que te veo quiero destrozarte como te gusta.

Una rola de rap suena siempre al fondo, cuando me paro de mi silla al baño los dos trasvestis de hace rato me pasan y uno me agarra la nalga y me dice algo inconmensurable al oído. Llego al baño y es el paraíso de cualquier adicto a la vida.

Salimos del lugar al amanecer, caminamos por el centro durante unas dos horas, sin rumbo, sin ganas de tener rumbo, sólo con ganas de desviarnos.

Lo logramos de buena manera, llegamos a un lugar en el que el pavimento todavía no aparece, lleno de gente y de vida, nuestra vibra de zombis era bastante invisible aquí, todos están demasiado ocupados para notarnos, pero esto dura muy poco, de pronto somos como un anuncio de neón en el desierto.

Al caminar sentimos las miradas, hasta el silencio se convierte en algo notorio, pesado e interminable.

Llegamos al límite con un eje vial, ahí creemos que será la hora de irnos, pero extrañamente notamos que no hay coches circulando, lo único que hay es gente viéndonos.

El otro lado de la frontera está lleno de gente distinta a la de nuestro lado que se alineó en la orilla para esperarnos, no dicen nada, sus miradas son totalmente inexpresivas pero no dejan de mirarnos.

Nuestro lado del eje nos empuja al centro de la calle, estamos ahora justo en medio de los dos, caminamos hacia el sur y una barricada de gente nos detiene, entonces caminamos hacia el norte, la gente nos libera el camino, seguimos ese camino durante horas, hasta que llegamos a un tiradero de basura, en el cual fuimos amablemente obligados a ir hasta una montaña de llantas, que estaba ordenada en la punta como un trono.

El trono estaba vacío. Una niña se nos acercó y me dijo al oído:

- Ya se acabó todo.

Un tipo gordo y calvo con cara de sapo llegó a nuestro encuentro, se sentó en el trono y nos señaló a cada uno durante un minuto exacto. Cuando su dedo estaba apuntandome, fui el primero, me dijo que yo era el primero de la lista. Luego señalo a Dulce y le dijo que era la segunda y finalmente señaló a Parrot y le dijo que él no tenía por que estar aquí, que se fuera a su casa.

Parrot no estaba en buen estado, la noche había sido implacable con él, se fue tambaleándose entre la gente, rápidamente desapareció.

Dulce me miró sinceramente intrigada, el miedo desapareció en el momento que nos dimos cuenta que esto era irremediable.

Fuimos conducidos a una cueva de basura, el olor era increíble, hasta la fecha no lo puedo creer, es indescriptible.

El gordo se llamaba Carno, tenía mal aliento y una cabeza del tamaño necesario, nos dejó en la cueva durante doscientos cincuenta días, pensé que nunca iba a llegar el día en el que averiguara para que iba a ser el primero.

martes, 9 de diciembre de 2008

caliente están están

lunes, 8 de diciembre de 2008

Infectado por un odio profundo salió ese día de su casa, dispuesto a terminar con las vidas de todos sus compañeros, dispuesto a destruir todo su mundo.

Nunca había tenido la mente tan clara, nunca se había sentido tan completo.

Siguió su camino hasta llegar a la oficina en la cual lo recibieron los usuales comentarios en voz baja, todo el mundo sabía.


Bla, bla, bla

Callejones de sal que me dejan ciego y no me dan ni siquiera una oportunidad de odiarlos de verdad, esa es la peor parte de ser andrógino y delgado, todos te odian, hasta tu mismo, bailando dentro del saco inagotable de lástima propia. Que pinche hueva.

En fin, el sábado es día de venganza, let's kill'em all o lo que es mejor, let's just blur it all.

Que todo sea borroso, hasta el recuerdo que tengo de ti, siempre he creído que me voy a encontrar en una mujer, pero creo que eso no existe, creo que alguien me mintió y me dijo que esa es la respuesta, no lo se, creo que no lo es, o al menos si lo es, no puedo funcionar solo, y eso está de la verga, en fin las cosas pasan de un lado al otro sin sentido, engordo y tu adelgazas, camino y tu corres, bebo y tu fumas, te extraño y tu me amas, la vida me sigue diciendo que a nadie le importa mi vida más que a mi y a veces ni eso, tomar las riendas de mi vida, sería fabuloso, pero nomas no puedo, no quiero, necesito dejar que todo se diluya en una interminable ola de mediocridad para que me sienta al menos tranquilo con mis pensamientos fatigados sobre una sociedad que no tiene nada que ofrecerme pero todo que venderme, una sociedad que no tiene nada, ni a mi, nos perdió.

Ahhhh, el fin está dolorosamente lejos y aún así no se que hacer en el inter, la vida pierde el chiste a cada giro de tuerca, cada vez me aburro más conmigo mismo, cada vez me escucho menos, cada vez me detesto más, cada vez no se que tanto.

Bla, bla, bla, palabras palabras palabras, que somos entonces, pura masa muscular con grasa y nervios que responden a estímulos tan sencillos como ir a cagar o enamorarse, cosas que sólo tu y yo podemos hacer según esto, hombres y mujeres los únicos animales racionales que han construido una sociedad que se auto destruye tan rápido como se construye, el infinito está cerca de ser alcanzado por las pendejadas que se me ocurren, y aún así mi ego necesita ser aceitado de vez en cuando, o al menos tocado por alguien que no tenga las manos frías.

Noche húmeda

El viento era fuerte y frío, aunque no me dio frío, estaba sudando de la correteada todavía. Mi corazón latía fuerte y viscoso, me dejaba sin ganas más que de sentir con la piel, la cabeza me vibra.

Tener una o dos de estas corretizas a la semana seguro me haría bien. Prendo un cigarro y camino hacia la casa de Julia, la luz de su cuarto está prendida, nadie en la calle, perfecto.

Le toco y me deja entrar, se ve bastante bien, como lastimada y adolorida pero con un cierto placer en la mirada. Le pido su compu, necesito mandar un mensaje al grupo. Me la arma de pedo pero me deja hacerlo, siempre lo hace. Las células están a punto de unirse en todo el país, ahora si va en serio va a ser un movimiento real, ya no más ceguera.

Julia arma una bomba mientras mando mi mensaje, es para su clase de química, le pido que me enseñe y no se deja, le doy unos besos y medio se deja, terminamos cogiendo y la bomba valió madres, mejor así.

En la mañana me dijo mi madre que si seguía siendo tan irresponsable ella se iba a morir antes de que yo pudiera disfrutarla, la muy cabrona tenía razón, se murió esa tarde, lluviosa y cálida, como le gustaban, hasta esbocé un poco de fe, pero el escuadrón vino por mi y tuve que correr y correr y correr hasta que no sabía en donde estaba, barrio oscuro y peligroso, como todos.

Las criaturas de la noche saldrán a olerme en cualquier momento, ni siquiera importa, yo tengo lo que ninguna tiene, pertenezco a algo mucho más grande, importante, único, al menos eso pensaba.

Las ideas me asaltaban cuando una muchacha de mi edad que estaba vestida como una prostituta y hablaba como burócrata me preguntó si quería ir a hacer un trámite con ella por el callejón de allá. Ella realmente estaba destruida, no como Julia, ella realmente me atraía.

Mientras caminábamos hacia el callejón de allá mi espina dorsal estaba nadando en jugos deliciosos y estimulantes, una sensación tras otra, cuando llegamos al callejón esa pinche espina dorsal me avisó lo que pasaba y me di cuenta que la fantasía se había terminado, traté de correr pero eran muchos, me quitaron toda noción de mi, hasta que les dije que pertenecía a la resistencia, entonces todo fue peor, ahí si dejé de ser yo.

Desperté en medio de la calle y extrañamente era de noche, no se si seguía siendo de noche o ya había anochecido de nuevo, el caso es que no sabía hacia donde ir o qué hacer exactamente, pero lo que si sabía es que ya no tenía hogar ni futuro, el callejón y el barrio seguían ahí, ¿por que no regresar a ver si encuentro un poco de lo que me quitaron anoche?

Las calles estaban igual, la misma vida llena de bullicio pero la muchacha de mi edad no apareció, encontré muchas otras que seguían arrancando pedazos de mi, del nuevo yo, hasta que me dejaron sin nada de nuevo, exhausto, recargado en la esquina, tratando de entender.

El teporocho se sentó a mi lado y me dio un trago de lo que traía, la resistencia y la revolución estaban cada vez menos presentes en mi, lo que quedaba era la inigualable sensación de que perdí algo y de que cada vez estoy más cerca de encontrarlo. Cada trago me ponía la situación más clara y cuando todo estaba claro, mi conciencia desaparecía, y me sumergía en un limbo delicioso y negro.

Regresar de ese limbo siempre fue la peor parte, espero hoy encontrar a la muchacha deliciosamente destruida, hoy somos iguales.

Entré cada vez más al barrio, lo descubrí en todas sus etapas, todas bellas y destructivas, siempre al tanto de mi, siempre quitándome más, siempre cambiándome, siempre fui nuevo.

Hoy por fin la veo, voy y hablo con ella, no me reconoce como lo que fui, pero ahora sabe muy bien quien soy, ahora somos algo parecido, ahora si habla conmigo, ahora si me comparte lo poco que es y siempre llega alguien que se lo arranca de tajo, lo mejor es vernos después y cambiar juntos, la transformación es la mejor parte de todo, porque nunca termina, siempre hay alguien dispuesto a destruirte.

Hoy si pertenezco a algo más grande e importante que todo.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Cucarachas

Caminando por las calles de xalapa encontré un nido de cucarachas, eran miles y miles y parecía que les habían echado ácido, se movían muy rápido y formaban una montaña de carne dorada que crujía a cada segundo, volaban algunas cerca de mi cara, me dio la sensación de estar en una pesadilla, lo peor es el crujido, la caida de los sueños a partir del sonido terrible de miles de cuerpos crujiendo unos contra los otros, seguí mi camino con escalofrios en la espalda, me costó trabajo lograr quitarme la sensación de putrefacción de la parte de atrás de mi memoria, pero se fue eventualmente.

Caminé hasta arriba del cerro, fui a ver a mi amigo Román, a ver si tenía drogas de algún tipo. No tenía.

Me quedé contemplando la noche sentado sobre un puente, sólo pensando, antes de que me diera cuenta ya estaba amaneciendo, seguí caminando hasta la entrada de una cantina que abría a las seis de la mañana y cerraqba a las seis de la mañana.

Don Pepe me sirvió un tequila pa deesayunar y comencé a hacer las llamadas del día, estaba completamente solo, Susi todavía no se despertaba y el Coronel estaba retrasado.

Todas mis llamadas fueron un éxito, conseguí convencerlos a todos, ahora sólo era cuestión de tiempo.

El Coronel llegó, tenía un parche3 en el ojo, algo que nunca antes había notado, o quizá no lo tenía antes, se sentó y me miró con odio, pidió una cerveza y saco su pistola. Me preocupé un poco.

Susi entró recién bañada, ni así se veía menos sucia, me miró de reojo y luego le sacó la lengua al Coronel, el cual respondió con un disparo al techo

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Me perdí en el baño de la sala

Cuando era niño siempre me dijeron que hacía daño arrastrarse en la alfombra porque había muchas infecciones y bichos. Obviamente nunca hice caso de las advertencias, hasta que una tarde me raspé una rodilla y sangró un poco. Como siempre estaba solo así que me eché babita y seguí jugando, hasta que el Beto me chifló y salí a jugar. El día era soleado y el cielo estaba despejado, corrí toda la tarde y le di a la bicla un chingo hasta que era de noche y me guardé justo antes de que llegara mi mamá de trabajar.

Entré a la casa y me bañé rapidísimo, salí de  la regadera y me fui a acostar porque ya había escuchado el auto de mi mamá. Me acosté con el pelo mojado.

Al día siguiente me paré con todo el trabajo que me costaba siempre, tenía mucha comezón en la rodilla, me rasqué y rasqué toda la mañana, en la casa, en el autobús, en el salón, en el recreo, en el autobús de regreso, en casa de la vecina mientras hacía mi tarea, en la calle con mis amigos hasta que entré a mi casa harto a ver que tenía.

Una costra roja y húmeda que palpitaba con mi corazón y que supuraba un líquido amarillo estaba invadiendo mi rodilla, me asusté muy cabrón y fui con mi tía que vivía a lado.

Mi tía, rubia y con buena nalga, me revisó la herida y con cara de preocupación me dijo que estaba infectada, me lavó con jabón lo cual dolió bastante, pero no tanto como el alcohol y merteolate que me puso después, terminó la chamba con violeta degenciana. Me dijo que con eso iba a estar bien, y que no me rascara, ése día me dormí temprano.

Soñé que un cocodrilo gigante nadaba por mis venas y su cola llena de escamas gruesas y duras rozaban las paredes de mi sistema circulatorio, cosquillas, comezón, rascado y dolor en un solo movimiento, no me dio miedo pero despertó una sensación sexual que no entendí en ése momento y que nunca se iría.

Desperté sudando y con la rodilla palpitando como si tuviera un corazón propio, de hecho vi como se movía a un ritmo regular, esto si me asustó y corrí a decirle a mi madre pero no estaba. Me metí al baño y saqué todo el botiquín que consistía en una botella gigante de alcohol que llevaba sobre el excusado como seis años, me quité la venda que tenía y descubrí horrorizado que tenía una burbuja amarilla y pestilente que salía de una grieta de mi rodilla, no me dolía, sólo me daba comezón. La toqué muy lentamente y tronó ensuciando la mitad del baño. El olor era bastante malo, smegma puro. Vacié casi toda la botella de alcohol sobre mi rodilla y talle con una toalla hasta que vi que estaba limpio, me metí a la regadera y le abrí a todo lo que daba, me lavé y lavé con jabón y tallé y tallé con estropajo, pero la pus seguía saliendo, y mi rodilla palpitaba cada vez más fuerte.

Salí de la regadera con mucho frío y con la pierna ardiendo, como si sólo ella tuviera calentura, estaba exhausto, no podía estar de pié, me senté sobre el excusado y me recargué un poco sobre mi espalda, me quedé dormido.

Desperté con la vista borrosa y muy adolorido de la espalda, la comezón había desaparecido, palpé mi rodilla y algo rugoso estaba ahí, como una costra gigante, tallé mis ojos para poder ver, descubrí una montaña amarilla que estaba completamente pegada a mi rodilla, la toqué y se sentía como si alguien me hubiera vertido mucha cera caliente y se hubiera secado ahí.

La toqué para ver si me dolía, traté de arrancarla, pero no se dejaba, así si me dolía. Me puse de pie y no tenía mucha fuerza en la pierna derecha, casi caigo. Una voz profunda y áspera me habló.

- ¿Qué te pasa, por qué chingados me despiertas, no ves que estoy jetón?

Di un brinco gigantesco y miré en todas direcciones, no había nadie, no supe que hacer.

- ¿Quién habla?

Fue lo único que se me ocurrió decir.

- Aquí abajo pendejo, abajo.

Miré hacia el suelo y vi que la montaña amarilla de mi rodilla se movía, giró un poco y descubrí que tenía un ojo gigante y uno más pequeño, la boca eran una serie de hoyos debajo de los ojos, no tenía nariz.

- ¿Qué no tienes frío pinche niño?

Me miraba con desprecio y olía muy mal, di el grito más extraño de mi vida, porque contenía gallos y fue disminuyendo de volumen muy rápido, hasta que me detuve por la mirada penetrante e impaciente de mi costra de pus. Me paré lentamente y me tapé con una toalla.

Salí del baño y busqué a mi mamá que seguía sin llegar, me metí a mi cama y vi que eran las 5 de la mañana, mi costra tosió un poco y me mentó la madre, me ordenó apagar la luz, lo cual hice inmediatamente. No me dejó dormir con sus ronquidos.




martes, 2 de diciembre de 2008

Diluido

El vapor se esfuma de nuestros cuerpos desnudos en la noche helada y azul del desierto.
El calor viene de adentro, como un vómito delicioso y cálido que no deja que sintamos fríos, como cuando no puedes evitar reír y sólo sale.
Despertamos al mismo tiempo y no dejamos que ninguna palabra contamine lo imprescindible del momento, hay que abrazarnos aunque sea por un día o dos.
Caminar con la arena ardiente mientras una lluvia fresca remojar nuestras cabezas y ver el infinito e interminable horizonte que no cambia nada después de un mes de viaje me hace saber que esto es el paraíso.
No hemos hablado en años, no lo necesitamos, hablamos con nuestro cuerpo, siempre que te quiero decir algo te toco hasta que me entiendas.
La noche regresa siempre a hablarnos al oído y mostrarnos la mejor manera de diluirnos al cielo, hasta que ya decidimos no regresar nunca, ¿para qué?

Esferas 01

Manejar maquinaria pesada no es algo fácil, sin embargo no hay que ir a la escuela para lograrlo, así que decidí desde los 10 años que ése sería mi oficio. Manejo una grúa.

Ahora que tengo 21 y llevo 6 dedicándome a esto se con seguridad que no podría hacer otra cosa, el metal que rechina bajo mi voluntad, los pequeños puntitos que veo abajo, todos tan pequeños y aún así son gente como yo, que camina y come, caga y coge, trabaja, supongo, algunos al menos, que piensan, algunos supongo, los menos.

Todas las mañanas no puedo esperar a ver las palancas cromadas de mi vehículo, el asiento con hoyos, las ventanas sucias, la mejor parte es limpiarlas por fuera, amarrado, flotando libre, el aire si te da en la cara, no como cuando corres, aquí si te da.

Quisiera tener una máquina un poco más complicada, ya me siento con el poder de llegar al siguiente nivel, con el poder de algo más articulado, no quiero manejar una grúa para siempre, ahora me gustaría manejar algo que no exista, algo que inventen, algo que tenga brazos y piernas como un robot, eso sería lo mejor.

Hoy llegó mi jefe y me dijo que mañana me iban a llevar a un curso de capacitación, para aprender a usar un material nuevo, no sabe bien que es pero van todos los grúas del país, parece que es algo grande, que cagado que ayer estaba pensando en eso.

La cita es afuera de una nave industrial en la orilla de la ciudad, o sea por mi casa, me vine caminando. Entré junto con lo que pensé eran todos los grúas pero sólo somos 6, que raro. Un señor calvo nos dijo que los chinos nos regalaron 12 de estas unidades para probarlas y el manejo es muy simple y se parece un poco a las grúas, por eso nos mandaron llamar, porque somos los mejores. El curso iba a durar una semana, ése día nos mandaron a casa después del discurso.

El primer entrenamiento fue muy raro, las máquinas son armatostes en forma de esfera, con tres brazos que salen de tres puntos, según nos explicaron, ésos brazos la mantienen en perfecto equilibrio. Dentro de la cabina todos los controles son como los de la grúa, pero son como el triple, y al principio no entendí para que servía todo, ni la máquina. Me dijeron que era para construcción pero yo nomas no le entendí.

Al terminar la semana supe exactamente para que podíamos usar estas máquinas, podíamos cargar cosas pesadas y moverlas de lugar muy rápido, cabíamos por cualquier lado y lo mejor de todo, funcionan bajo el agua.

Hoy me gradué, todo salió bien, aparentemente, en unos días comienzo a trabajar con ella.

Las luces de la madrugada me mantuvieron despierto toda la noche, sólo podía pensar en estar sobre la máquina, así que no dormí, nada. El día fluyó sin problemas, la máquina se comportó muy bien, hice el trabajo de diez días en uno, creo que mis compañeros se quedarán sin trabajo pronto.

Hubo una marcha ayer, porque después de sólo doce días de máquina, ya despidieron a todos y contrataron a dos máquinas más, terminaremos en una semana la obra que estaba destinada a terminarse en tres meses. Una piedra pegó en mi cabina, no pasó nada pero vi quién lo hizo, es el pinche Gómez, siempre me hacía menos porque él había ido a la escuela, ahora se chingó.

En la noche salí de trabajar y me asaltaron unos tipos, estaban enmascarados pero podría jurar que reconocí al puto de Gómez, me quitaron la lana y me rompieron un brazo, ya no puedo operar la máquina, o al menos eso creían que iba a pasar, pero dado que nadie más la sabe manejar me dejaron intentarlo y no hubo pedo, nomas me tardo un poco más que los otros, pero yo nací para hacer esto, nadie me lo va a quitar.

Hoy estaba poniendo el piso del nivel 8 y vi un puntito negro que corría a través de las rejas, no se por qué pero estaba convencido de que era el pinche Gómez, lo vi meterse debajo de una de las máquinas y luego salir corriendo de regreso, apenas brincó la barda la máquina explotó en mil pedazos, la ola casi me tira.

Hoy llegó una maquina de emergencia traída desde china, con todo y operador chino, esta bien chistoso no entiende nada de español pero es re pedote y le encantan las mexicanas, ayer fuimos a un teibol y se puso re bueno, el Ling bailó con dos hasta el amanecer y se las llevó a su casa, yo me quedé con la de siempre que me cuidó re bien y me dejó dormidito en la casa.

No encuentro mis pinches llaves.

En las noticias salió que una máquina está destruyendo parte de la ciudad, es mi máquina, mi máquina.

Corrí hasta la construcción y cuando me vieron todos se espantaron, pensaban que yo estaba allá en la ciudad destruyendo todo. Les dije que si me prestaban una máquina yo iba por la otra, me dijeron que mejor no estorbara y me fuera a mi casa. Salí y vi a Ling que estaba crudísimo tratando de subir a su máquina, le dije que yo lo suplía y que se fuera a dormir, ni se esperó a que acabara de decirle y ya me había dado las llaves, salí como alma que lleva el diablo. Me encontré al pinche Gómez sobre mi máquina, iba camino al sur, supongo que al límite de la ciudad, se asustó bastante cuando me vio pero eso no le impidió aventarme cascajo por todos lados, uno casi me mata porque logró atravesar mi ventana, pero le arranqué un brazo y lo madreé con él hasta que la cabina quedó hecha papilla y salía sangre por todos lados, pinche Gómez, pa que se emociona.

Tardé tres meses en volver a trabajar porque las máquinas eran muy solicitadas y la mía había quedado destrozada así que al menos cuando llegó ya estaba bien mi brazo.

Ahora que sigo construyendo edificios con el Ling y los otros, y que los puntos negros de gente son cada vez más, me pregunto ¿cuánto va a durar esto?

Cola de perro

Una hoja cae de un árbol sobre la barriga de una mujer embarazada que es acariciada por la dulce mano de su amante lesbiana que sólo piensa en la lista del super que debe comprar justo antes de pasar a recoger a su marido falso para ir a cenar con sus padres que viven en una casa al final de la ciudad donde las mezclas de clase son indispensables y los chicos beben en la banqueta que recoge su vómito y sangre para acabar en un río de mierda que es liberado en algún lugar del inmenso mar donde una ballena pasa deslizándose por encima de un buzo que filma la fauna que tanto ama y que toma muy en serio porque es el legado de su esposa que murió en un accidente de coche cuando todavía vivían en la ciudad y que lo amaba muchísimo y estaba embarazada de su primer hijo, cuando murió él descubrió que ella tenía una amante, que la amaba aún más que el.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Lluvia verde

Extraño la lluvia, que lave toda la mierda, que se lleve todo, hasta mi fatalismo. Que crezcan las cosas sin control, que se renueve todo. Que me den ganas de estar bailando en la lluvia. Que tenga sentido vivir. 

Caramelos de color verde  recorren mis sueños mientras pienso en tu aroma que me recuerda las ganas que tenía de salir a caminar en las madrugadas y conocer a toda la gente que vive ahí, como tu ahora. 

No se que hacer para dejar de pensar en ti, así que fui al doctor a que removiera la parte de mi cerebro que se acuerda de ti, ahora cada que te veo no se quien eres pero duele mucho el sólo saber que estás en el mismo edificio que yo, aunque no sepa quien eres o que haces o por qué chingados duele tanto, cada que pienso en ti sólo se me ocurre correr lo más rápido que puedo, y aunque sería genial poder volar, no me veo como un volador, nunca he podido, disfruto mucho del paisaje de la carretera, así que correré hasta alcanzarme a mi mismo, a ver si eso logra que algo de lo que escriba tenga sentido. 

El líquido brillante que escurre por mis venas me da la energía necesaria para no parar, para no dejar de querer algo y pensar que el fin está tan lejos o tan cerca que no importa nada.

Ahhhhh, una calurosa noche de verano me dijiste que mataríamos al presidente juntos y que cuando nos asesinaran nada podría separarnos jamás, eso es lo último que recuerdo de ti, antes de que te llevaran lejos, y si, me sigo sintiendo como un traidor.

La luna camina por tu espalda desnuda pidiéndome que te despierte con un abrazo violento para que tu corazón se acelere lo necesario y entres al combate sexual sin calentamiento, funciona de maravilla y me madreas por knockout en doce asaltos, maratón y la cama húmeda con nuestros fantasmas, me da la idea del siglo, vamos por unas piñas coladas.

Hay que ir al desierto a cultivar agua para pueblos aún más miserables que el nuestro y así creer que estamos cambiando algo en este mundo sin remedio, adorable pero rebelde, nunca se comió sus verduras y ahora está enfermo, ya no hay cura, sólo analgésicos, y a eso hay que dedicarnos, estar drogados y no sentir, para que la huida sea automática y sin consecuencias.

Para comernos el uno al otro durante horas y sólo vivirnos el uno al otro, sin intermediarios, desaparecer el uno en el otro, y atravesarnos como fantasmas a las paredes, hasta que ya no nos distingamos y seamos un cadáver solitario en una habitación de el Cairo, un extranjero de sexo doble, otro más a la basura, otro que hará que el desierto sea fértil de nuevo.

Telón (Genaro 03)

Las calles eran moradas, la hora mágica parecía no terminar, como si la luna nos iluminara en la playa, todo se veía falso, como si fuera un foro. Caminamos por la avenida vacía, coches llenos de sangre tirados panza arriba, como tortugas muertas adornaban nuestro camino. Al fondo, muy al fondo flashes gigantescos de luz, peligrosamente silenciosos, arrasaban con toda la vida que quedaba, sabíamos que no quedaba nada que hacer, era el fin. De todos modos seguimos caminando, no había ninguna razón para dejar de hacerlo, ella miraba siempre el piso, como si buscara algo que se le cayó. 

Los zombis estaban desperdigados por todos lados, pero ya ni nos pelaban, solo se arrastraban por las orillas de la calle, habían comido demasiado, la última ola les había dejado mucha carne asada.

Y así, mientras el mundo se acababa frente a mi, dijiste:

- Creo que ya no te amo.

Domingo en la tarde

Fumaba un tabaco profundo, hasta quemarse los dedos, para sentir el delicioso ardor, para sentirse viva, un poco más cada vez. Dio un trago a su cerveza y miró al infinito como siempre lo hace, mientras su impaciente pierna se mueve cada vez más rápido, se lame los labios cada dos segundos, y la boca siempre está seca, toma el cigarro como lápiz, cuando fuma parece que se encoge un poco. 

- la pizza es muy seca, necesito mucho líquido cerca para poder comerla- dijo

No pude más que reír, y dejarla teorizar al respecto, dejarla explicarme por qué, por qué ve el mundo como lo ve, por qué vive como vive, por qué siempre espera que la traicione, por qué nunca es suficiente, por qué le deben todo todos y por qué ya está cansada y no sabe como detenerse.

Fuma una última vez y me mira, el humo huye de su boca y de sus fosas nasales con bastante tranquilidad, acariciando cada centímetro de su dolor.

- ¿vienes? 

- No

Apaga su cigarro, mira el cenicero como si de ello dependiera su vida, guarda la cajetilla en su bolsa, busca algo eternamente dentro de su bolsa hasta que por fin saca una navaja, la pone enfrente de mi.

- Entonces llévatela, ya no la necesito.

sábado, 29 de noviembre de 2008

¡Diablos!

Hablo una lengua muerta y como desperdicios de los demás, sobre todo inseguridades y miedos, camino a través de las risas y burlas y desparezco cuando me veo inundado en ti, hasta el copete de nuestro extraño baile que nomas no puedo seguir, es un ritmo caro, es un ritmo inalcanzable y aparte tengo sueño, sólo quiero verte y sonreír, no puedo seguir siendo yo si no estoy contigo, no debo siquiera plantear el problema si no te tengo de cómplice y no puedo comer nada porque ya me llené, camino lento y torpe, me tropiezo conmigo mismo, no alcanzo la lata de atún que está hasta arriba del estante y sobre todo no se que está pasando aunque lo mejor de todo es que ya no me importa, creo.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Ventana

Coches de  tamaño irreal, con llantas muy gruesas y grandes, pasan frente a mi ventana, a velocidades regulares,  sabores variados y sonidos hipnotizantes, con el suelo deshecho y el alma rota salgo a caminar entre los monstruos, me asalta el terror cuando me doy cuenta de la insignificancia de mi tamaño, me tranquiliza la visión de alguien muy lejano que atraviesa la calle entre los gigantes con la tranquilidad más espeluznante del mundo, ella lee el  y me sorprende que se da cuenta que la observo, se me acerca mientras me ve fijamente a los ojos, sin siquiera parpadear, se detiene frente a mi, me observa un rato con detenimiento, yo la observo a ella, es fascinante, un ruido nos toma por sorpresa, ella lo encuentra a lo lejos y se va tras de él, la veo alejarse de nuevo entre todas esas máquinas y me da la tristeza más profunda, pero me doy cuenta de que no puedo dejar de sonreír, hoy fue un buen día.

Amanecer

Calcinados cadáveres de palomas rodean mis sueños día y noche, nunca despierto, solo palomas, nunca como, solo palomas, me llenan de ocio y odio, me comen poco a poco, palomas, me despiertan pero no en verdad, me cuelgan de las bolas, pero no me dañan, solo me enseñan una lección, sólo lo hacen porque es lo mejor para mi, me destruyen poco a poco, pedazo a pedazo, comen un poco de mi, para luego dejarlo tirado sobre el parabrisas de algún pinche desconocido, de algún accidente monumental que sucede cada dos segundos en una ciudad inmensa llena de cadáveres que ríen y ríen por la inevitable situación, se acabó, no estoy dormido, sólo que todo pasó muy rápido.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Tina

El cálido centro de acero líquido que recorría mis venas cuando besaba muchachas en los inviernos anteriores se está secando un poco, vivirlo sin la facilidad de mojo o seguridades, caminar y caminar sin parar, rapear al ritmo de la calle y las luces, sonreir a las mamadas que dices y sobre todo abrazarte, es la combinación de algo que impide el desarrollo del odio a mi mismo, tu calor revive el mío, hasta lo cursi pulula a través de mis poros como pus llena de sangre, mi zombie interno comienza a moverse poco a poco, a desear sesos una vez más, hasta los huevos revueltos dentro de mi cráneo empiezan a tener sentido, ya no hace tanto frío.

martes, 25 de noviembre de 2008

Ceja en alto

Siempre que veo las cosas a la distancia entiendo por qué todo sale mal, pero ahora que estoy aquí, viendo como se derrumba todo, es demasiado, no creo ni siquiera que esos edificios caigan, que esos niños se incendien, que esas personas se conviertan en polvo, que la naturaleza se desintegre ahora y que la desolación no termina de llegar.

El problema no es el fin de la humanidad, es la pinche demora, la agonía, la incertidumbre. Que ya se acabe, basta de medias tintas, no es posible que seamos mediocres hasta en eso, la corrupción es tal que ni siquiera lo inevitable funciona como se debe, estoy indignado, hasta el punto de escupir mi malteada sobre una pobre señora que caminaba creyendo que su día estaba a punto de terminar, tan pronto terminara de cocinar sólo debía acostarse y ver la novela de las nueve, hacerse la dormida cuando su marido llegue borracho por ahí de las diez y media y luego soñar con la calca de su tele, pero no, tenía que pasar justo frente a mi y su día había sido todo un fracaso.

Siempre es peor cuando el final se arruina, ya no queda tiempo de justificar nada, solo frustración, sólo tú y las flores muertas a lado del florero roto, las escamas se contraen mientras el pez deja de vivir, y tú, como siempre viendo al infinito y preguntándome ¿qué dijiste?, siendo estúpidamente adorable, siendo completamente detestable hasta el punto del amor eterno, me molesta tu pinche obsesión con engancharme en una adicción que no puedo siquiera comenzar a manejar.

Pero la violencia es la respuesta a todo, siempre clara, siempre desastrosa, siempre confiable, tranquilidad pura a partir del caos, eso es a lo que yo llamo conformarse con el entorno, en más de una forma, en todas, casi zen, casi religioso, puramente chaquetero.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Cotidiano

Stupid mother fuckers... suena al fondo, el auto se mueve rápido, una serie de líneas de luz que recorren la ventana a velocidad desastrosa, las vueltas que el coche da al esquivar una casa de concreto puro que tuvo la mala idea de nacer frente a mi camino, salgo disparado por la ventana, mientras floto por los aires pienso en la posibilidad de que mi cabeza reviente como sandía y el relleno alimente al asfalto como el azúcar al diabético, la ciudad me muerde el alma cada que me arrastro por sus calles buscando la respuesta a mi egocentrismo fuera de control, todo gira sobre mi eje y no me deja ver a los demás, ni siquiera entiendo como es que llegué hasta aquí y sólo me levanto tratando de no desmayarme en medio del periférico, recargado en una reja veo pasar a los fantasmas de siempre, cargando con las cadenas de siempre, en medio de toda esta adrenalina se asoma el aburrimiento, acechándome muy de cerca, siempre cerca...

La comida que llegó a mi boca de regreso sabe a brasas que curiosamente me dan vida, contemplo mi vehículo completamente deshecho frente a un niño sin camisa que lo mira con indiferencia, como un ebrio que está a su paso y que será esquivado sin ningún esfuerzo, se acerca hasta mi y me mira sin parpadear, trae una paleta en la boca, la saca - estás bien güey- me lo dice como si fuera su hermano, continúa su camino hasta desaparecer entre la niebla del calor citadino que tanto extraño, caigo en un laberinto de tonterías, recuerdo mis arrepentimientos y los maldigo, odio todo y a todos, soy yo, ahora, más puro que nunca, detestándome más que nunca, sabiéndome inútil e interminable, como la cola del banco, nunca saldrás sintiéndote bien de una de ésas, la risa me desborda sin restricción, tanto que empiezo a sentirme bien con todo este odio, que no se donde poner, me estorba, es demasiado grande, lo tendré que dejar por aquí, si no me hundo, de todos modos puedo venir por él cuando lo necesite, cuando me sienta solo seguramente.

Camino hacia la luz del semáforo contiguo, no se bien porque la gente grita, obviamente es hacia mi, ¿hacia quién más?, camino sin mirar, solo el asfalto me entiende, el barranco está cerca, el vértigo llega, inesperado y delicioso, lo alargo lo más que puedo, contemplo la caída, es infinita, me asusta tanto que no puedo evitar aventarme, y caigo y caigo...

Y aquí sigo, todavía cayendo, el vértigo se fue, el odio está sobre mi y el aburrimiento me acecha, como siempre, cerca.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Ataúd (Genaro 02)

Caminas frente a mi siempre que quiero y me dices las perfectas oraciones cada que respiro, me escuchas con atención y me das consejos moderados y rapaces, con amor y odio, envidia y orgullo, amas cada centímetro de mi ser del mismo modo que me odias hasta la náusea, no puedes dejarme porque sería como dejar de respirar y yo estoy amarrado a tu espalda como tu a la mía somos el cemento que une la realidad, si nos rompemos el universo dejará de existir y los cerdos dominarán la tierra llena de cadáveres putrefactos y simpáticos que bromearán toda la eternidad sobre nosotros, hasta el punto en el que nuestro plano dimensional se doblará sobre si mismo desapareciendo todo, hasta el polvo que quedó de nosotros, aún hasta la catsup.

La suavidad del aire sobre mi cara

Un órgano de blues me acaricia los pelos de la nuca, tu aroma me inunda a través del sudor que escurre por tu espalda, la brisa de tu aliento me come poco a poco sin dejarme respirar, me asusta de manera increíble, quiero estar aterrorizado, con una o dos cartas bajo las sábanas trato de alargar el tiempo hasta que la lluvia nos empape a ambos, corriendo por el bosque frío y lleno de futuro, que carcome poco a poco la realidad que no me deja en paz y sólo puedo pensar en probar el té de tus hojas hasta ahogarme, crecer y crecer como una casa de interés social, roer los segundos que nos rodean hasta eternizar la nulidad de nuestra unión imaginaria y veloz, carnal y filial, pasajera y para siempre, como la muerte y la vida que no deja de surgir de un lado al otro, parásito de la realidad, inmunda pericia de sobreviviente que no me permite aventarme al barranco.

Tus cabellos cubren cada centímetro de mi, no queda nada, estoy en el vacío, blanco, nulo, silencioso y delicioso, me arrastra sin misericordia hasta el cementerio de los pilotos, la falta de gravedad me altera el estómago, me muerdo el labio hasta sangrar y aprieto los músculos que me amarran como tronco, estoy del otro lado, floto con una brisa que me lleva hasta el fin de la tierra y me deja caer por la cascada eterna de las mentiras, la frustración del arsénico que mata sin almendras pero con cáustica y acción desencantadora que me remite al único estado lógico que es la desangración del estado y el fin del país.

Desollarnos el uno al otro como manera de única comprensión entre las preguntas más fundamentales de la vida, trascendentales o no, o quizá sólo necesito sentirme el centro de ti.

El punto más placentero entre dos extraños es la motivación a conocerse, aunque eso termina inmediatamente, como tú y yo al tocarnos, no dejamos ni siquiera un grano de vida a nuestro alrededor, la naturaleza nos odia por nuestra perfección absoluta que es tan imprescindible como innecesaria.

Dioses que no existen nos detestan por la falta de cuidado en nuestra higiene mental, solo pervertimos la niñez de los vivos y nunca nos quitamos las manos de encima, nos deshacen la vida y nos tratan como al albino, seco pero...

nada, seco, como la tierra sin ti.

La naturaleza de los sentidos, hallazgos puros que detonan imágenes y pensamientos escondidos dentro de la riqueza de tus labios, secretos íntimos sobre la creencia en algo superior como las luces de la ciudad que se borran en la memoria del habitante rural, y las estrellas que parpadean en los sesos de la infancia citadina, borrosas y reconocibles, la luz que se diluye en rayos intocables y cálidos que escurren en tu cuerpo desnudo de mi, puro por su inmundicia, oro líquido que me hace salivar sin control hasta enloquecer y quemarme con él, en una muerte torcida , plástico que se quema sin control, en un segundo dejo de existir.

El ansia me domina como siempre, tu impaciencia me motiva a seguir engulliéndolo todo como el tiempo mismo, cada papila gustativa se entume con el exceso, cada músculo se rompe con la contracción enorme de los días que nos persiguen, envejecemos sin poder despegarnos como una masa simbiótica llena de baba y costras, cada vez más profundas y duras, imposibles de romper, para qué si sólo sabemos estar juntos, a quien le importan los demás, a mi no y a ti...

seguro tampoco.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Conchas de mar que observan

Lógico y voraz, imitador y soñador, cariñoso y destructor, sórdido y veloz, auditivo y visual, cómico y brutal, sabroso y pesado, fresco pero largo, cada cosa lleva al verde pasto y nos convoca a pensar en tonterías.

El tiempo se escurre tratando de ser fiel pero nunca lográndolo, las cosas caen pero no suenan y los árboles caminan sobre pantuflas de seda que desaparecen mientras te miro pasar por afuera, ajena y lejana pero constante.

Al menos en la frialdad del anonimato nos llevamos bien, y eso sólo denota cariño por lo ajeno, ratero natural, de nacimiento y crecimiento puro.

Rebanado por un par de latas de pintura que dicen que las acciones tienen consecuencias y que los cerdos siempre acechan, caminando tres pasos detrás de uno, respirando en la nuca de uno, comiendo de los desechos de uno, mirándolo a uno, envidiándolo a uno, ya sabes, siempre atrás pero en realidad nunca atrás, siempre adelante.

De todos modos la genialidad no existe en mi, sólo el vómito que augura una permanencia limitada, como todas las plantas que mueren envenenadas por el toque sutil del ser humano y su inmensa mamonería, la destrucción de todo es la respuesta final, pero sin tragedia, sólo con hambre de novedad.

Digamos... que caí. (Genaro 01)

La cosa se puso dura, y no pude evitar creer en mi, caminé y caminé, hasta encontrar un búho color azul, me dijo que la estaba cagando y que me regresara por donde había llegado, las nubes comenzaron a cerrarse y obviamente decidí no hacerle caso al pinche búho, total, el mundo se desmorona frente a mis ojos, no hay nada que perder.

Dentro de mis pantalones había muchas muchas monedas, muchas, hacían un ruido atroz que no me dejaba concentrarme en el paisaje, sólo caminaba al ritmo de las pinches monedas, paradójicamente sintiéndome cada vez más vacío, como un fantasma que divaga por la ciudad, sin siquiera el poder de asustar a nadie, solo en las calles que hasta ahora me daba cuenta estaban totalmente vacías, lo cual hacía todo sencillamente hermoso, me detuve y las monedas dejaron de sonar, entendí que el silencio absoluto es posible, sólo hay que quedarse quieto.

Miraba a mi alrededor buscando una razón para seguir, la verdad no la encontré, nunca la necesité, pero así somos siempre ¿no?, digo, no encuentro razones, sólo hago lo que hago.

Continué mi camino en un círculo interminable de lugares comunes hasta llegar a la calle número 2, hermoso lugar lleno de basura y suciedad, justo mi onda, toqué en la puerta de la entrada a lo que aparentaba ser una tiendita con ventana nocturna, unos pasos lentos y arrastrados se acercaban lentamente hacia mi, la ventanita se abrió llena de posibilidades y sólo me dejó ver decepciones, era un cerdo cualquiera pero con colmillos, respondía al nombre de Lonnie, aparentemente era inglés, y totalmente insoportable, no dejaba de hablar sobre su vida y las narices frías de su difunta esposa, estuve unas dos semanas con él, tratando de entender por qué me costaba tanto trabajo irme, como que nunca encontré el momento adecuado, así que tuve que matarlo y luego comérmelo, era la única salida.

Perdí el rumbo un par de años, entre rubias fantasías y güisqui de cuarta, miraba el techo y masajeaba mis glándulas sudoríparas en el área del sobaco, acariciaba mi cabeza de cerdo y seguía viendo el techo, un idilio puro. Hasta que un día me acordé que tengo un propósito, así que me limpié las orejas con unos cotonetes y salí a caminar, las calles bulliciosas de cadáveres me miraban ansiosos por preguntarme hacia dónde había que ir ahora, pero nunca les dije, preferí sorprenderlos. Las aves gigantes me tiraban caca desde lo alto y me divertí un rato evitándolas, hasta que me atinaron y comencé a dispararles, entendí que la destrucción me ayudaba a pensar, así que las destruí a todas y llegué a una conclusión, creo, muy sabia, había que esperar un poco más...