Bienvenido

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martes, 25 de noviembre de 2008

Ceja en alto

Siempre que veo las cosas a la distancia entiendo por qué todo sale mal, pero ahora que estoy aquí, viendo como se derrumba todo, es demasiado, no creo ni siquiera que esos edificios caigan, que esos niños se incendien, que esas personas se conviertan en polvo, que la naturaleza se desintegre ahora y que la desolación no termina de llegar.

El problema no es el fin de la humanidad, es la pinche demora, la agonía, la incertidumbre. Que ya se acabe, basta de medias tintas, no es posible que seamos mediocres hasta en eso, la corrupción es tal que ni siquiera lo inevitable funciona como se debe, estoy indignado, hasta el punto de escupir mi malteada sobre una pobre señora que caminaba creyendo que su día estaba a punto de terminar, tan pronto terminara de cocinar sólo debía acostarse y ver la novela de las nueve, hacerse la dormida cuando su marido llegue borracho por ahí de las diez y media y luego soñar con la calca de su tele, pero no, tenía que pasar justo frente a mi y su día había sido todo un fracaso.

Siempre es peor cuando el final se arruina, ya no queda tiempo de justificar nada, solo frustración, sólo tú y las flores muertas a lado del florero roto, las escamas se contraen mientras el pez deja de vivir, y tú, como siempre viendo al infinito y preguntándome ¿qué dijiste?, siendo estúpidamente adorable, siendo completamente detestable hasta el punto del amor eterno, me molesta tu pinche obsesión con engancharme en una adicción que no puedo siquiera comenzar a manejar.

Pero la violencia es la respuesta a todo, siempre clara, siempre desastrosa, siempre confiable, tranquilidad pura a partir del caos, eso es a lo que yo llamo conformarse con el entorno, en más de una forma, en todas, casi zen, casi religioso, puramente chaquetero.

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