Bienvenido

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martes, 28 de abril de 2009

Ceniza

La ciudad vacía, caminando ligero, tapabocas tirados por todos lados, niños pequeños corriendo por todas las calles, a través de los millones de cadáveres de adultos.

La libertad llegó de la manera más extraña. No más detenernos a tener orden y disciplina, ¿de que nos servía eso? nada bueno salió del "orden" hay que correr y ser libres, sin ataduras.

La ciudad nos dará lo que necesitemos, al menos hay mucha carne fresca tirada por ahí.

Las tiendas saqueadas, niños organizados en distintas tribus, asesinándose unos a otros, la libertad dura muy poco.

Ahora es de noche 24 horas al día, las calles están cubiertas de sangre sin falta, el silencio reina todo.

Un grupo de cuatro niños camina despacio entre los restos de la humanidad, ya no queda nada ni nadie, sólo ellos. Contemplan lo que será el último día de la humanidad sobre la tierra, y no hay nada especial que decir. Sólo hay una muy notable complicidad, están listos.

Fuego, a todo, a todos, mundo de ceniza.

jueves, 23 de abril de 2009

Caliyo

Titánicas caídas de agua que rodean los bultos de miles de cuerpos desnudos esperando la solución a todos sus problemas en la fe. Corriendo de un lado a otro, niños sin correa que envenenan el pasto. Pedazos de humanidad esparcidos por todo el continente que dejan dilucidar una fuerte tendencia hacia el egocentrismo total. Los nombres de las ciudades cambiarán día a día hasta que ya no haya nombres vírgenes. Las comunidades dejarán de hablar idiomas y hablarán en lenguas de origen personal. Comeremos con recetas hechas sólo por nosotros. Beberemos de alcoholes destilados por nosotros. Charlaremos sólo con nosotros. Y el mundo seremos nosotros. Calamares hervidos que dejarán ver el futuro, que no es nada. Vacío.

martes, 21 de abril de 2009

Raza

Clarividencia del imposible pasado, rozando las mangas del Estado, deseando nacer en otro momento. Cuando la noche llega los sueños se desvanecen y sólo queda la soledad. Cuando la mañana llega, me paraliza el amor por la vida, y sólo queda el frío.

Cayendo a lo lejos existen criaturas que son simples y predecibles, pedestres. Extractos de un ser humano incompleto y defectuoso. Definidos por un solo impulso, representan una calle sin salida, un destino sin suceptibilidad de cambio. Un aburrido final.

Hay otros entes que se escurren por ahí sin sorpresas, con el conocimiento atado al cuello. Callos en los pies, ojos irritados, brazos fuertes y miradas obsesivas. Determinación indestructible.

Corazones gigantes, cuerpos llenos de cicatrices. Nalgas gigantes y cabezas enormes. Dedos largos y fuertes, orejas enormes. Esa es mi raza.

lunes, 20 de abril de 2009

El Mono

Le decían el Mono, por grandote y torpe. Cuando bebe se pone como loco, grita cosas sin sentido y golpea cosas, nunca gente. Pero todos le temen por agresivo, por resentido. Cada paso que da es suficiente para aplastar un poco el concreto. Es mecánico, no muy bueno, no muy caro, más bien callado. Vive solo, su mamá acaba de morir, ahora bebe más. Lo más cercano a una novia es una prostituta joven, muy joven, no sabe como se llama. Duerme mucho, bebe mucho, sólo se emociona cuando juega el América. Pero como todo en la vida, no es suficiente.

Los días se le escurren entre los dedos, sin notarlo envejece, bastante rápido, su novia ya no es joven, y él sigue sin nombrarla. Sus ataques de locura dejan de dar miedo, se convierten en chiste local. El América sigue jugando y él se sigue emocionando, es lo que hace que su corazón tenga pulso. Los coches que medio arreglaba ya no funcionan nunca, al menos ya no tiene que ir a trabajar. Ahora bebe, ese es su oficio.

Vive en una esquina, sólo bebe y duerme, ya no tiene novia, ya sólo quiere que el América gane el campeonato para poder morir en paz. La final del campeonato sucede, el América gana, todo es perfecto, se siente feliz, ahora es cuando se dejará invadir por la muerte, cierra los ojos y cae en su esquina.

La mañana fría lo despierta, no está muerto, está crudo.

No sabe que pensar, ni creer, de pronto se despierta, como si llevara dormido toda la vida. No puede recordar cuando fue la última vez que su mente estaba tan clara. Caminó hasta el taller mecánico y recuperó su chamba. Dejó de beber. Se consiguió una prostituta más joven, pero no tanto, tampoco sabe como se llama. Comenzó a leer sobre historia. Dejó de ver el fútbol. Aprendió a apreciar la vida como algo gigantesco y lleno de riquezas. El conocimiento lo hizo sentir vivo como nunca antes.

La joven prostituta dejó de ser una simple comodidad, ahora tenía nombre. Carmen tenía una historia dulce y horrible, esto a él lo conmovía, todos los días la iba a ver, le llevaba regalos. Trabajaba el doble sólo para poder estar con ella. Dejó de leer, ella se convirtió en su razón. En su pretexto, en su motor. Carmen era una criatura terrible, fascinante y venenosa. Fue absorbiéndolo como cáncer, y él nunca fue más feliz.

El amor, ese avasallante delirio, se apoderó del Mono. Dejó todo por Carmen, y le propuso un viaje, al fin del mundo, pero juntos no habría problema. Él cuidaría de ella, para siempre. Carmen rió y rió hasta que ya no pudo más. El Mono corría por las calles, confuso, ruido en su cabeza, dormido de nuevo, pero ahora lo sabía y no podía despertar. Cantina.

Al final, la vida seguía, el Mono bebía y Carmen estaba desangrándose en un callejón lluvioso. El Mono le sigue yendo al América.

Chamaco

La mañana fresca me recordó esa masa abstracta de memoria que llamamos infancia, me sentí de vuelta en la unidad habitacional más gris del planeta tierra, pero sin tantas rejas todavía, con niños aún corriendo por ahí. Mamás chismeando en alguna esquina, y adolescentes mal vivientes por aquí y por allá. Pero no mucha banda de cualquier modo.

El sol está sobre valorado porque lo tenemos siempre, cuando no está es como un descanso, son las verdaderas vacaciones, pero todo el mundo lo extraña y se saca de onda. Caminar con el aire fresco en la cara, la constante amenaza de lluvia, el aire lleno de polvo sucio, eso es lo que me hace sentir en la ciudad.

Es lo que me dice que debería de beber diario y consumir prostitutas con el dinero que gano vendiendo drogas, y cotorrear con los güeyes de la cuadra mientras uno arregla una nave que nunca terminará, para las 6 de la tarde la peda ya es algo del pasado, todo hasta la madre y buscando aventura, aunque al final tendría que regresar a casa con la esposa gorda y los chamacos. Esa es la parte que nunca me ha cuadrado, ¿para que tener hijos si tienes el mundo a tus pies?

Como sea, esa vida no fue la mía, por más que a veces parecería menos complicado, aunque triste y patético, suena bello por simple.

Soleado

Mordiendo la luna cada vez más profundamente, perdido en las profundidades de la niebla, tal como en casa.

Cargando las mil y una culpas que no son mías.

Bebiéndome y bebiéndote todos los días un poco más, caminando por el desierto sin mirar atrás.

Rompiendo olas en el mar que nos persigue, y que no nos dejará en paz.

Sonriendo todos los días aunque no sepa por qué, pero la carne de cerdo es lo mejor que me ha pasado, soy caníbal.

El sol se refleja en tu piel como y me deslumbra ligeramente, me deja una marca permanente, porque se combina con el olor a piel quemada y el sabor de tus labios, es la combinación de la cerradura a ese momento en particular, emocionalmente está tatuado en mi conciencia y sólo se puede acceder por medio del aroma.

Cada cascada tiene una caída distinta, y cada día que pasa va cambiando poco a poco, así que puede decirse que las cascadas nunca son las mismas. Los días nunca son los mismos, aunque se parezcan, lo que escribo nunca es lo mismo, aunque sea redundante como un reloj.

jueves, 16 de abril de 2009

Cochecitos de metal.

Carritos de metal brillante que ruedan por toda la casa, las señoras cocinan y platican, los señores beben y miran, las niñas se encueran con los niños mientras beben rompope, el amor nace y los sueños se acaban, todos los días en todos lados.

miércoles, 15 de abril de 2009

Aire frío

Respirando cansancio y aire pesado, la humedad de todo mi cuerpo se evapora poco a poco, el frío me envuelve implacable, la tos me desborda, mis pulmones se expanden cada vez más, parece que van a explotar.

El cielo es negro, sin colores, sin estrellas, sin luna. El ruido de la ciudad es un zumbido constante y aturdidor. Los perros me ladran hambrientos, esperando a que caiga, carroñeros y cobardes.

La sangre brota lentamente de mi cuello, constante, caliente, suave. Mi visión se nubla un poco, pero aún puedo ver como se acerca la sombra del dueño de todo, del grande.

Me mira desde las alturas, impávido, seco. Un bloque gigantesco de podredumbre cae sobre mis hombros. La mirada del grande se hace más pesada cada segundo. El suelo sabe a polvo, polvo de piel, piel de esclavos.

Mi carne es separada del hueso de un tirón por los filosos perros. El dueño de todo ríe, lentamente, profundamente. El frío me invade totalmente.

La noche se queda negra y la sombra se aleja, los perros duermen.

Casa

Caminando apresuradamente como siempre, me encamino hacia la parte más oscura del barrio, donde todo el mundo vive, donde todo el mundo sueña, donde todo el mundo destruye, donde las cosas suceden una tras otra, sin pausas.

Al lugar en el que la arena no existe, solo la sangre corre, no hay agua y las moscas son las dueñas de todo. Donde los niños sonríen todo el tiempo, porque el miedo no existe, porque no hay nada que perder, porque no hay nada.

El viento sopla cada vez menos, entre más me acerco más me siento en casa, seguro, cómodo. La miserable vida de plástico que se anuncia en las pantallas que he pasado a lo largo de la calle llena de lujuria los ojos de la multitud. Los colores brillantes y sin sentido, las lunas en las alturas de los edificios que prefieren mirar hacia abajo, porque despreciar es mejor que soñar.

Las casas se mueven con el paso de los camiones gigantes y sin estructura ósea, las calles son como dunas de asfalto, la juventud se acaba deslizándose hacia las coladeras, hacia la vida subterránea donde será un fantasma para siempre.

Por fin llego a dónde necesito, las miradas me asaltan por todos los flancos, las risas me bañan hasta casi ahogarme, la caldera hirviendo de aceite podrido y negro me mira desde lo alto, y sin dudarlo ni un segundo me vierte todo encima, las risas son ahora gritos de alabanza y amor al dios inexistente de siempre, al marchito y estúpido sistema.

Mi piel hierve y se une al negro aceite, me convierto lentamente en una masa melosa que se une sin problemas al suelo desgarrado. El dolor sólo me recuerda que el fin es justo grandioso como debería, que nada fue en vano. Justo al final de mi existencia, cuando sólo quedan mis dientes sobre el asfalto, me doy cuenta que ahora soy parte de la misma mugre de la que salí, estoy completo.

Atmósfera

¿Sabes es hora del día en el que no es claramente de noche ni de día?, cuando la luz puede alumbrar como si fuera de día pero el cielo es oscuro, gris denso. Es una hora que se tiene que combinar perfectamente con cierto clima. Es húmedo y un poco cálido, pero el aire sopla muy fresco y suave, generalmente es silencioso, porque todo el mundo se queda viéndolo, como un error de sistema que no queda muy claro por qué sucede pero está ahí.

En esos momentos me siento más yo que en cualquier otro, es como si todo se detuviera y automáticamente mi conciencia entrara en el modo total, y me veo en mi situación actual, en el año en el que vivo y todo lo que eso implica, el país, mi historia personal, el lugar en dónde estoy, mis planes a futuro, lo que he logrado, lo que creo poder lograr, lo que me gusta de mi vida, lo que odio, la conciencia total.

Y luego, se acaba. Estoy escuchando mi respiración, viendo a la gente pasar, y ya es de noche. Lista para tragarme una vez más y susurrarme al oído los secretos de los demás.

lunes, 13 de abril de 2009

Maquilaciones en conjunto

Nostalgia y anhelos, soledad, deliciosa soledad, cuando tiene fecha de caducidad es aún mejor.

Verte pasar por encima de mi en sueños, como si estuviera congelado debajo del mar y tu me estuvieras buscando sin poder encontrarme y yo te grito a todo pulmón pero no me escuchas, no puedes. Estoy destrozado por dentro y soy de hierro por fuera, indestructible aunque el relleno esté hecho de pasta de dientes color negro.

Corriendo juntos por el desierto, hacia el sol, sin miedo ni cansancio, tratando de alcanzar la luz, quemándonos como moscas, derritiéndonos uno sobre el otro, hasta el final de la muerte.

En una carretera junto a un auto deshecho, sangrando y cojeando, detrás viene el odio más comprimido del mundo en la forma de un enano con una bazooka que nos persigue incansablemente, hasta el fin del camino. Explotamos en miles de pedazos, que se juntan, se mezclan unos con otros, nuestro polvo esparcido por el pavimento se junta en un tornado y nos esparce por las estrellas.

Nadando debajo del agua, colgados de un par de mantarrayas, presenciando las ruinas de antiguas civilizaciones hundidas por el tiempo, luchando contra un tiburón toro con mis puños, encontrando un tesoro invaluable, descendiendo hasta lo más profundo y oscuro del mar para diluirnos el uno en el otro, hasta no sentir más que nuestra imposible respiración.

Tirados en la playa sin hacer nada, solo estar, juntos.

sábado, 11 de abril de 2009

Despertar

El sudor escurre por toda mi cabeza mientras cientos de personas entran a un pequeño vagón de metro, las miles de casas que se queman en el exterior hacen que el cielo se vea de un tono naranja rosado, es el atardecer más hermoso del mundo y ha durado cuatro días hasta ahora, no parece que vaya a terminar pronto.

Todos los momentos difíciles de mi vida pasan por mi cabeza justo ahora, uno tras otro, y ahora a la distancia nada parece tan grave, todo es solucionable, en un segundo perdonaría a todo el mundo, pero no creo que vuelva a ver a nadie, al menos no a los que necesiten ser perdonados, ni siquiera a los que quiero que me perdonen, eso ya no se puede, sólo me queda buscar a los que quiero, aunque es muy difícil decidir que hacer, quiero ser testigo de esto, del final de todo.

Sería indispensable compartir el fin de la humanidad con alguien, pero al final siempre estás solo, a menos de que hayas encontrado el amor perfecto, ese que no existe más que en la ficción. En mi caso no sucedió.

Al salir del metro me encontré con una multitud que corre hacia todos lados, hacia ningún lado, todos fantasmas tratando de hacer cosas sin sentido, mejor siéntense a disfrutar el espectáculo, ya no hay nada que hacer.

El cielo comienza a cambiar de color, justo mientras llego al zócalo, todo se torna negro, el aire es muy fuerte, la gente grita y corre, para mi es como si se detuviera el tiempo.

Luz blanca que me deja ciego un rato, un zumbido constante, luz luz luz y ya, silencio.

El silencio es lo más extraño que me ha pasado, es como si todo estuviera muerto. Desperté en medio de un zócalo lleno de gente tirada, al levantarme el silencio seguía, no se movía nada, era como si no hubiera aire. Caminando pasaba por toda la gente en el piso, esperando que alguien despertara para que viera lo increíble que se veía el cielo, es como si no hubiera nada entre el espacio exterior y la tierra, ya no era azul, ahora era dorado, la luz del sol invade todo, y mi piel se da cuenta.

Mientras más camino más gente tirada aparece, todos son esqueletos, todos están muertos. El silencio se apodera de todo, como una enfermedad terminal, y yo camino y camino sólo encontrando cadáveres por todos lados, es como la alfombra del mundo que se extiende a mis pies dándome la bienvenida al fin de la humanidad, se acabó el show y tu eres el único aquí para verlo, aprovechalo.

La solemnidad no se me da, así que mejor me fui por un café, luego veo que hago.

viernes, 10 de abril de 2009

...

Tus labios me son necesarios como si los hubiera tenido desde el principio de mi vida, como si no hubiera tenido que vivir un sólo día sin ellos, hasta ahora.

Final del día

El sol dorado se esconde tras las casas grises, sin cortinas y algunas sin ventanas- Ladridos de perro decoran el paisaje, niños corriendo, vagos hablando solos, señoras muy gordas observan, una banda de tipos rolan en una camioneta oyendo reggaeton a todo volumen. Un rapero rima freestyle al ritmo del beatbox de su compa. La sombra de un árbol cubre los ojos tristes de una mujer hermosa, 19 años 1 hijo. Un dealer mira la acción, se esconde y aparece por todos lados como serpiente.

La vida de las calles nunca muere, aunque la ahogues con drogas, violencia y pobreza. Subsistimos, todos, como una enfermedad incurable.

jueves, 9 de abril de 2009

Permanente

Totalmente constipado de la nariz, aire frío, sol ardiente, el desierto al atardecer, las chozas ahumadas por el fuego, cadáveres asados por todos lados, helicópteros que sobre vuelan nuestras cabezas, diminutas e insignificantes.

Los años no han pasado en vano, todos somos más viejos, ya no sentimos nada ante la destrucción más que la satisfacción de un trabajo bien hecho, que cuando nos hayamos ido, nada vuelva a crecer.

La guerra es la única manera de ser humano, lo demás son intermedios para lidiar con la culpa hipócrita que ha sido forzada dentro de nuestro sistema nervioso, en realidad la culpa no existe, es una fantasía, de mal gusto si me preguntas.

El odio no es necesario, no hay nada más destructivo que la racionalización extrema de cualquier asunto, finalmente destruyes algo porque es lo correcto, lo necesario, lo único que puedes hacer.

Los cadáveres se convirtieron en cenizas, el desierto ya solo es frío, hay que ir a incendiar el mundo, un lugar a la vez.

Climax

La tensión viene de todos lados, cuando el día pasa como agua, siempre hay algo que lo jode por aquí o por allá, la cosa es cuando lo bueno supera a lo malo, esos días que son tan raros como una pinche palabra acertada dentro del gobierno de cualquier pinche lugar que quieras, pero suceden, y cuando suceden los sientes desde que empiezan, la magia está, y te dejas llevar, aunque seas el más aprensivo del mundo.

Te dejas llevar por las cosas que creíste que nunca volverías a vivir, por los momentos que racionalmente no tienen sentido pero estabas pasándola de lo mejor, sencillamente es correcto, porque así se siente, y ahí se acaba el pedo.

Total, los violines melancólicos deberían de tocar en el momento más sublime de tu vida, el cual debería de ser justo el anterior a tu última agonía antes de morir, el climax perfecto.

El aire se respira, y cómo cuesta trabajo hacerlo.

domingo, 5 de abril de 2009

Fútil.

Mirando la luna me di cuenta que no soy nada y que la humedad de los días se me pega en los labios como una enfermedad incurable y terminal. Todas las mañanas del mundo son lo que me mantiene con vida. Cada hora y cada segundo me siento más vivo, más lleno de sangre caliente.

Colágeno vacío y duro que le da vida a mis más bajos instintos, a mis más cancerígenos días, a las noches secas y dolorosas llenas de placeres mórbidos. Sólo así me siento bien.

Las sonrisas son una puntiaguda navaja que me atraviesa todos los días, que me cortan de lado a lado. Las curvas que se enredan entre si y crean una forma deliciosa me marcan como brasas ardientes que logran traer mi pasado al presente en un instante y hacerme sentir como un niño sin miedo otra vez.

Desconozco la perfección y sin embargo todos los días creo verla, siempre me equivoco, siempre es una mentira que el aguarrás de la lucidez me quita cada vez más rápido. La capacidad para soñar se ve disminuida día a día por una fuerza gigantesca que no me deja ver más allá de lo posible y sólo me paraliza segundo a segundo, hasta que me libero gracias a las maravillas de la idiosincrasia mexicana, esa misma idiosincrasia que nos arruina, que nos convierte en pequeños y solitarios individuos sin la capacidad del trabajo en equipo o la construcción de un proyecto conjunto.

Cada día por la mañana se que es el último día de mi vida, el último día peligroso, el último día sutil, se acabó la magia, ahí viene la realidad. La muerte sería lo de menos, el problema es la miseria de la certidumbre de que todo va a salir mal, pase lo que pase, nada nos puede salvar.

viernes, 3 de abril de 2009

Camina como yo

Mis pies están duros y rasposos, duelen un poco. Trato de seguir subiendo pero no puedo. Las piedras más pequeñas me caen en los ojos, las más grandes me cortan los dedos. Mis uñas están llenas de mugre. Mi cabeza suda y suda sin control. Un extraño sabor a menta aparece en mi boca, completamente de repente. La cabeza me da vueltas, el aire que pega en mi rostro comienza a ser muy muy refrescante. El azul del cielo se oscurece. Caigo.

Amanece muy lentamente, todo es dorado en el desierto, aún yo. Modos de pararse hay muchos, modos de volver a pegar tu cráneo, no tantos. Las hojas de los árboles caen sobre mi rostro. El aire húmedo y fresco sopla en mi cara. Las pequeñas molestias de ser un cadáver como que no te puedes rascar la nariz. Pero ¿desde cuando hay árboles en el desierto?.

No tengo idea que pasó pero llegué a un lugar lleno de magia, donde el aire es fresco y hay miles de árboles en el desierto, las raíces se asientan en la arena, los ríos se revuelcan debajo del terrible sol.

Soy un cadáver que habla y camina, soy un zombi.

Un zombi alerta, lleno de deseos incontrolables de carne, femenina y dura. Aunque esté muerto siempre se me antoja este tipo de acción mutante, de acción consciente de si misma, de la carne.

Las cascadas estaban al revés, y el aire no era palpable, era extrañamente ausente, no estaba respirando. Caminé lentamente hacia los ríos de agua roja, una paloma se atravesó en mi camino y me la comí, sabía a papitas y maruchan.

Al acercarme al río una alarma se detonó y miles de moscas gigantes volaban hacia mi, no tenían cara de tener buenas intenciones. Corrí hasta el río y me sumergí en su rojo líquido, agua de jamaica.

Me quedé un par de días bajo el agua, sin pánico por el aire, la tranquilidad está a la orden del día. No dormir, no comer, tener hambre insaciable, no respirar.

Las moscas nunca se cansaron de esperar, así que salí aburrido esperando que me comieran o algo así, pero lo primero que pasó fue que me preguntaron de dónde venía y a dónde iba, me dijeron que tuviera cuidado porque había muchos asaltos por la zona y que si no quería que una de ellas me acompañara hasta salir del peligro, me negué amablemente, pero firme.

Me despedí y corrí hacia la libertad del desierto tropical, las aventuras estaban ahí, esperándome, sin embargo no pasaba nada, criaturas de apariencia feroz y peligrosa me observaban tranquilamente sin decir ni pío, sólo me miran pasar y comentan cosas en voz baja.

El hambre no desaparece, me como una que otra criaturilla de pacotilla y nada que te pueda decir podrá describir lo delicioso que es satisfacer el hambre durante los primeros cuatro segundos, luego el vacío es mayor, como el sexo cristiano lleno de culpa.

Correr por la llanura al atardecer se convirtió en mi actividad favorita, en lo que me mantiene cerca de ser una persona, porque es lo único que se aproxima a conmoverme un poco, es lo único que siento aparte del hambre.

Esta mañana mi cráneo explotó gracias a una rama gigantesca que cayó sobre mi, pensé que sería el fin, pero curiosamente sigo aquí, no puedo ver ni sentir ni comer ni oler ni escuchar, pero sigo aquí. Ahora es como ser un fantasma, porque no tengo ninguna prueba de que sigo aquí más que mi conciencia, ya no se que hacer, el suicidio no es una opción, aunque me estuvieran llevando a algún lado para cuidarme, aunque estuviera caminando a casa, aunque una jauría de perros estuviera comiéndome, no lo sabría.

Ahora ya se lo que es no tener miedo, no tengo nada que perder, no tengo nada, ni a mi mismo, no soy nada y sin embargo existo, no entiendo.

Platanar

Las gruesas piernas de la soledad le dedican una sonrisa a los enanos que habitan dentro de mi coxis. Las uñas y los dientes de la sexualidad desbordante y del deseo interminable de una mujer salvaje que destroza mis cristalinos ojos. La cantidad desenfrenada de noches sin fin, sin odio y sin conflicto.

El olor de las mejillas de una niña de 15 años, sexualidad inmadura pero abundante que camina como un viejo en silla de ruedas. Los días y días de dolor por la incapacidad de ser puro. Las clases de sabor que hay dentro de mi. Los oídos secos y a la vez viscosos.

Las estrellas brillan sobre mi cabeza llena de hierba que crece hacia abajo, como raíces. Que tienen horas y horas de vida antes de marchitarse y caer sin remedio sobre la arena para convertirse en recuerdos vagos.

Tragos largos de cerveza helada en una azotea nocturna repleta de anhelos.

Cortesanas que asaltan mis sueños, que dominan mi vida y mis recuerdos, mis sueños y mis deseos, mi vida de nuevo.

Carreteras de odio.

Magistral caída de sobres verdes, sobres verdes, sobre mi cabeza.

Calidad dudosa.

Caída libre.

miércoles, 1 de abril de 2009

Curvas

Las noches...
Corren salvajes por mi nuca
Derraman sangre y miel de las alturas
El aire es terciopelo negro
Sudo partículas sólidas
Camino solitario pero siempre seducible
Tarareo las mañanas que te perdí
Melocotón con sabor a fresa, te extraño todos los días.