Bienvenido

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miércoles, 15 de abril de 2009

Aire frío

Respirando cansancio y aire pesado, la humedad de todo mi cuerpo se evapora poco a poco, el frío me envuelve implacable, la tos me desborda, mis pulmones se expanden cada vez más, parece que van a explotar.

El cielo es negro, sin colores, sin estrellas, sin luna. El ruido de la ciudad es un zumbido constante y aturdidor. Los perros me ladran hambrientos, esperando a que caiga, carroñeros y cobardes.

La sangre brota lentamente de mi cuello, constante, caliente, suave. Mi visión se nubla un poco, pero aún puedo ver como se acerca la sombra del dueño de todo, del grande.

Me mira desde las alturas, impávido, seco. Un bloque gigantesco de podredumbre cae sobre mis hombros. La mirada del grande se hace más pesada cada segundo. El suelo sabe a polvo, polvo de piel, piel de esclavos.

Mi carne es separada del hueso de un tirón por los filosos perros. El dueño de todo ríe, lentamente, profundamente. El frío me invade totalmente.

La noche se queda negra y la sombra se aleja, los perros duermen.

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