Bienvenido

Bienvenido

sábado, 29 de noviembre de 2008

¡Diablos!

Hablo una lengua muerta y como desperdicios de los demás, sobre todo inseguridades y miedos, camino a través de las risas y burlas y desparezco cuando me veo inundado en ti, hasta el copete de nuestro extraño baile que nomas no puedo seguir, es un ritmo caro, es un ritmo inalcanzable y aparte tengo sueño, sólo quiero verte y sonreír, no puedo seguir siendo yo si no estoy contigo, no debo siquiera plantear el problema si no te tengo de cómplice y no puedo comer nada porque ya me llené, camino lento y torpe, me tropiezo conmigo mismo, no alcanzo la lata de atún que está hasta arriba del estante y sobre todo no se que está pasando aunque lo mejor de todo es que ya no me importa, creo.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Ventana

Coches de  tamaño irreal, con llantas muy gruesas y grandes, pasan frente a mi ventana, a velocidades regulares,  sabores variados y sonidos hipnotizantes, con el suelo deshecho y el alma rota salgo a caminar entre los monstruos, me asalta el terror cuando me doy cuenta de la insignificancia de mi tamaño, me tranquiliza la visión de alguien muy lejano que atraviesa la calle entre los gigantes con la tranquilidad más espeluznante del mundo, ella lee el  y me sorprende que se da cuenta que la observo, se me acerca mientras me ve fijamente a los ojos, sin siquiera parpadear, se detiene frente a mi, me observa un rato con detenimiento, yo la observo a ella, es fascinante, un ruido nos toma por sorpresa, ella lo encuentra a lo lejos y se va tras de él, la veo alejarse de nuevo entre todas esas máquinas y me da la tristeza más profunda, pero me doy cuenta de que no puedo dejar de sonreír, hoy fue un buen día.

Amanecer

Calcinados cadáveres de palomas rodean mis sueños día y noche, nunca despierto, solo palomas, nunca como, solo palomas, me llenan de ocio y odio, me comen poco a poco, palomas, me despiertan pero no en verdad, me cuelgan de las bolas, pero no me dañan, solo me enseñan una lección, sólo lo hacen porque es lo mejor para mi, me destruyen poco a poco, pedazo a pedazo, comen un poco de mi, para luego dejarlo tirado sobre el parabrisas de algún pinche desconocido, de algún accidente monumental que sucede cada dos segundos en una ciudad inmensa llena de cadáveres que ríen y ríen por la inevitable situación, se acabó, no estoy dormido, sólo que todo pasó muy rápido.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Tina

El cálido centro de acero líquido que recorría mis venas cuando besaba muchachas en los inviernos anteriores se está secando un poco, vivirlo sin la facilidad de mojo o seguridades, caminar y caminar sin parar, rapear al ritmo de la calle y las luces, sonreir a las mamadas que dices y sobre todo abrazarte, es la combinación de algo que impide el desarrollo del odio a mi mismo, tu calor revive el mío, hasta lo cursi pulula a través de mis poros como pus llena de sangre, mi zombie interno comienza a moverse poco a poco, a desear sesos una vez más, hasta los huevos revueltos dentro de mi cráneo empiezan a tener sentido, ya no hace tanto frío.

martes, 25 de noviembre de 2008

Ceja en alto

Siempre que veo las cosas a la distancia entiendo por qué todo sale mal, pero ahora que estoy aquí, viendo como se derrumba todo, es demasiado, no creo ni siquiera que esos edificios caigan, que esos niños se incendien, que esas personas se conviertan en polvo, que la naturaleza se desintegre ahora y que la desolación no termina de llegar.

El problema no es el fin de la humanidad, es la pinche demora, la agonía, la incertidumbre. Que ya se acabe, basta de medias tintas, no es posible que seamos mediocres hasta en eso, la corrupción es tal que ni siquiera lo inevitable funciona como se debe, estoy indignado, hasta el punto de escupir mi malteada sobre una pobre señora que caminaba creyendo que su día estaba a punto de terminar, tan pronto terminara de cocinar sólo debía acostarse y ver la novela de las nueve, hacerse la dormida cuando su marido llegue borracho por ahí de las diez y media y luego soñar con la calca de su tele, pero no, tenía que pasar justo frente a mi y su día había sido todo un fracaso.

Siempre es peor cuando el final se arruina, ya no queda tiempo de justificar nada, solo frustración, sólo tú y las flores muertas a lado del florero roto, las escamas se contraen mientras el pez deja de vivir, y tú, como siempre viendo al infinito y preguntándome ¿qué dijiste?, siendo estúpidamente adorable, siendo completamente detestable hasta el punto del amor eterno, me molesta tu pinche obsesión con engancharme en una adicción que no puedo siquiera comenzar a manejar.

Pero la violencia es la respuesta a todo, siempre clara, siempre desastrosa, siempre confiable, tranquilidad pura a partir del caos, eso es a lo que yo llamo conformarse con el entorno, en más de una forma, en todas, casi zen, casi religioso, puramente chaquetero.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Cotidiano

Stupid mother fuckers... suena al fondo, el auto se mueve rápido, una serie de líneas de luz que recorren la ventana a velocidad desastrosa, las vueltas que el coche da al esquivar una casa de concreto puro que tuvo la mala idea de nacer frente a mi camino, salgo disparado por la ventana, mientras floto por los aires pienso en la posibilidad de que mi cabeza reviente como sandía y el relleno alimente al asfalto como el azúcar al diabético, la ciudad me muerde el alma cada que me arrastro por sus calles buscando la respuesta a mi egocentrismo fuera de control, todo gira sobre mi eje y no me deja ver a los demás, ni siquiera entiendo como es que llegué hasta aquí y sólo me levanto tratando de no desmayarme en medio del periférico, recargado en una reja veo pasar a los fantasmas de siempre, cargando con las cadenas de siempre, en medio de toda esta adrenalina se asoma el aburrimiento, acechándome muy de cerca, siempre cerca...

La comida que llegó a mi boca de regreso sabe a brasas que curiosamente me dan vida, contemplo mi vehículo completamente deshecho frente a un niño sin camisa que lo mira con indiferencia, como un ebrio que está a su paso y que será esquivado sin ningún esfuerzo, se acerca hasta mi y me mira sin parpadear, trae una paleta en la boca, la saca - estás bien güey- me lo dice como si fuera su hermano, continúa su camino hasta desaparecer entre la niebla del calor citadino que tanto extraño, caigo en un laberinto de tonterías, recuerdo mis arrepentimientos y los maldigo, odio todo y a todos, soy yo, ahora, más puro que nunca, detestándome más que nunca, sabiéndome inútil e interminable, como la cola del banco, nunca saldrás sintiéndote bien de una de ésas, la risa me desborda sin restricción, tanto que empiezo a sentirme bien con todo este odio, que no se donde poner, me estorba, es demasiado grande, lo tendré que dejar por aquí, si no me hundo, de todos modos puedo venir por él cuando lo necesite, cuando me sienta solo seguramente.

Camino hacia la luz del semáforo contiguo, no se bien porque la gente grita, obviamente es hacia mi, ¿hacia quién más?, camino sin mirar, solo el asfalto me entiende, el barranco está cerca, el vértigo llega, inesperado y delicioso, lo alargo lo más que puedo, contemplo la caída, es infinita, me asusta tanto que no puedo evitar aventarme, y caigo y caigo...

Y aquí sigo, todavía cayendo, el vértigo se fue, el odio está sobre mi y el aburrimiento me acecha, como siempre, cerca.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Ataúd (Genaro 02)

Caminas frente a mi siempre que quiero y me dices las perfectas oraciones cada que respiro, me escuchas con atención y me das consejos moderados y rapaces, con amor y odio, envidia y orgullo, amas cada centímetro de mi ser del mismo modo que me odias hasta la náusea, no puedes dejarme porque sería como dejar de respirar y yo estoy amarrado a tu espalda como tu a la mía somos el cemento que une la realidad, si nos rompemos el universo dejará de existir y los cerdos dominarán la tierra llena de cadáveres putrefactos y simpáticos que bromearán toda la eternidad sobre nosotros, hasta el punto en el que nuestro plano dimensional se doblará sobre si mismo desapareciendo todo, hasta el polvo que quedó de nosotros, aún hasta la catsup.

La suavidad del aire sobre mi cara

Un órgano de blues me acaricia los pelos de la nuca, tu aroma me inunda a través del sudor que escurre por tu espalda, la brisa de tu aliento me come poco a poco sin dejarme respirar, me asusta de manera increíble, quiero estar aterrorizado, con una o dos cartas bajo las sábanas trato de alargar el tiempo hasta que la lluvia nos empape a ambos, corriendo por el bosque frío y lleno de futuro, que carcome poco a poco la realidad que no me deja en paz y sólo puedo pensar en probar el té de tus hojas hasta ahogarme, crecer y crecer como una casa de interés social, roer los segundos que nos rodean hasta eternizar la nulidad de nuestra unión imaginaria y veloz, carnal y filial, pasajera y para siempre, como la muerte y la vida que no deja de surgir de un lado al otro, parásito de la realidad, inmunda pericia de sobreviviente que no me permite aventarme al barranco.

Tus cabellos cubren cada centímetro de mi, no queda nada, estoy en el vacío, blanco, nulo, silencioso y delicioso, me arrastra sin misericordia hasta el cementerio de los pilotos, la falta de gravedad me altera el estómago, me muerdo el labio hasta sangrar y aprieto los músculos que me amarran como tronco, estoy del otro lado, floto con una brisa que me lleva hasta el fin de la tierra y me deja caer por la cascada eterna de las mentiras, la frustración del arsénico que mata sin almendras pero con cáustica y acción desencantadora que me remite al único estado lógico que es la desangración del estado y el fin del país.

Desollarnos el uno al otro como manera de única comprensión entre las preguntas más fundamentales de la vida, trascendentales o no, o quizá sólo necesito sentirme el centro de ti.

El punto más placentero entre dos extraños es la motivación a conocerse, aunque eso termina inmediatamente, como tú y yo al tocarnos, no dejamos ni siquiera un grano de vida a nuestro alrededor, la naturaleza nos odia por nuestra perfección absoluta que es tan imprescindible como innecesaria.

Dioses que no existen nos detestan por la falta de cuidado en nuestra higiene mental, solo pervertimos la niñez de los vivos y nunca nos quitamos las manos de encima, nos deshacen la vida y nos tratan como al albino, seco pero...

nada, seco, como la tierra sin ti.

La naturaleza de los sentidos, hallazgos puros que detonan imágenes y pensamientos escondidos dentro de la riqueza de tus labios, secretos íntimos sobre la creencia en algo superior como las luces de la ciudad que se borran en la memoria del habitante rural, y las estrellas que parpadean en los sesos de la infancia citadina, borrosas y reconocibles, la luz que se diluye en rayos intocables y cálidos que escurren en tu cuerpo desnudo de mi, puro por su inmundicia, oro líquido que me hace salivar sin control hasta enloquecer y quemarme con él, en una muerte torcida , plástico que se quema sin control, en un segundo dejo de existir.

El ansia me domina como siempre, tu impaciencia me motiva a seguir engulliéndolo todo como el tiempo mismo, cada papila gustativa se entume con el exceso, cada músculo se rompe con la contracción enorme de los días que nos persiguen, envejecemos sin poder despegarnos como una masa simbiótica llena de baba y costras, cada vez más profundas y duras, imposibles de romper, para qué si sólo sabemos estar juntos, a quien le importan los demás, a mi no y a ti...

seguro tampoco.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Conchas de mar que observan

Lógico y voraz, imitador y soñador, cariñoso y destructor, sórdido y veloz, auditivo y visual, cómico y brutal, sabroso y pesado, fresco pero largo, cada cosa lleva al verde pasto y nos convoca a pensar en tonterías.

El tiempo se escurre tratando de ser fiel pero nunca lográndolo, las cosas caen pero no suenan y los árboles caminan sobre pantuflas de seda que desaparecen mientras te miro pasar por afuera, ajena y lejana pero constante.

Al menos en la frialdad del anonimato nos llevamos bien, y eso sólo denota cariño por lo ajeno, ratero natural, de nacimiento y crecimiento puro.

Rebanado por un par de latas de pintura que dicen que las acciones tienen consecuencias y que los cerdos siempre acechan, caminando tres pasos detrás de uno, respirando en la nuca de uno, comiendo de los desechos de uno, mirándolo a uno, envidiándolo a uno, ya sabes, siempre atrás pero en realidad nunca atrás, siempre adelante.

De todos modos la genialidad no existe en mi, sólo el vómito que augura una permanencia limitada, como todas las plantas que mueren envenenadas por el toque sutil del ser humano y su inmensa mamonería, la destrucción de todo es la respuesta final, pero sin tragedia, sólo con hambre de novedad.

Digamos... que caí. (Genaro 01)

La cosa se puso dura, y no pude evitar creer en mi, caminé y caminé, hasta encontrar un búho color azul, me dijo que la estaba cagando y que me regresara por donde había llegado, las nubes comenzaron a cerrarse y obviamente decidí no hacerle caso al pinche búho, total, el mundo se desmorona frente a mis ojos, no hay nada que perder.

Dentro de mis pantalones había muchas muchas monedas, muchas, hacían un ruido atroz que no me dejaba concentrarme en el paisaje, sólo caminaba al ritmo de las pinches monedas, paradójicamente sintiéndome cada vez más vacío, como un fantasma que divaga por la ciudad, sin siquiera el poder de asustar a nadie, solo en las calles que hasta ahora me daba cuenta estaban totalmente vacías, lo cual hacía todo sencillamente hermoso, me detuve y las monedas dejaron de sonar, entendí que el silencio absoluto es posible, sólo hay que quedarse quieto.

Miraba a mi alrededor buscando una razón para seguir, la verdad no la encontré, nunca la necesité, pero así somos siempre ¿no?, digo, no encuentro razones, sólo hago lo que hago.

Continué mi camino en un círculo interminable de lugares comunes hasta llegar a la calle número 2, hermoso lugar lleno de basura y suciedad, justo mi onda, toqué en la puerta de la entrada a lo que aparentaba ser una tiendita con ventana nocturna, unos pasos lentos y arrastrados se acercaban lentamente hacia mi, la ventanita se abrió llena de posibilidades y sólo me dejó ver decepciones, era un cerdo cualquiera pero con colmillos, respondía al nombre de Lonnie, aparentemente era inglés, y totalmente insoportable, no dejaba de hablar sobre su vida y las narices frías de su difunta esposa, estuve unas dos semanas con él, tratando de entender por qué me costaba tanto trabajo irme, como que nunca encontré el momento adecuado, así que tuve que matarlo y luego comérmelo, era la única salida.

Perdí el rumbo un par de años, entre rubias fantasías y güisqui de cuarta, miraba el techo y masajeaba mis glándulas sudoríparas en el área del sobaco, acariciaba mi cabeza de cerdo y seguía viendo el techo, un idilio puro. Hasta que un día me acordé que tengo un propósito, así que me limpié las orejas con unos cotonetes y salí a caminar, las calles bulliciosas de cadáveres me miraban ansiosos por preguntarme hacia dónde había que ir ahora, pero nunca les dije, preferí sorprenderlos. Las aves gigantes me tiraban caca desde lo alto y me divertí un rato evitándolas, hasta que me atinaron y comencé a dispararles, entendí que la destrucción me ayudaba a pensar, así que las destruí a todas y llegué a una conclusión, creo, muy sabia, había que esperar un poco más...