Bienvenido

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domingo, 27 de abril de 2014

Carnegie Hall

Comienzos y finales de décadas de impaciencia y avances nulos, de conquistas sin lugares concretos, de desolación llena de abusos por parte de la autoridad, de impotencia y dolor, de quejas y violencia.

Canibalismo social que aniquila cualquier posibilidad de aprendizaje, que sólo nos hunde más en el lodo, las letras se vuelven monótonas, predecibles, vulgares y mortalmente aburridas.

Caminos brumosos que incendian con ansiedad los pasos que nunca damos, sensualidad torturandote cada segundo del día, comiéndote vivo desde el centro.

Cargando una sola necesidad en el fondo, brillar, cómo un cristal de coca perdido en tu nariz, que se queda ahí, cortando poco a poco el hueso hasta atravesarlo y agregar un orificio extra, cambiando tu manera de comunicarte para siempre.

Trapear el piso con tus sueños es un hábito demasiado fácil como para ignorarlo y solamente tu sabes que es insalvable, porque no puedes ni pararte al baño.

Las comidas se acumulan tan rápido como los años, y la mugre se desborda por tu oídos, los tiempos mal conjugados y la falta de objetividad son tu fin, y Bukowski tenía razón, no hay que escribir poesía, mejor bebe y mira el techo.

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