Bienvenido

Bienvenido

jueves, 15 de enero de 2015

Odio permanente

No hay mejor manera de sufrir que disfrutar la muerte lenta de los sentimientos a través del odio hacia alguien, no hay nada más delicioso y a la vez deteriorante que odiarse a uno mismo, y a pesar de saberlo no puedo evitar hacerlo cada día, mi única disciplina es en el odio, el que me tengo a mi mismo.

La autodestrucción es lo más bello y poético, lo más dulce, lo más sabroso, porque le da significado a los movimientos monótonos y aburridos de nuestra vida cotidiana, insoportablemente sin sentido, inaudible para el resto de la humanidad, no hay mejor manera de encontrar la soledad que mirar al prójimo, porque él o ella está absolutamente solo o sola también, y sólo podemos disfrutar nuestra soledad cuando alguien más la reconoce, porque entonces somos héroes de guerra heridos por nuestras batallas en contra de nosotros mismos, hasta suena cabrón, soy mi peor enemigo, tengo miedo al éxito, no me relaciono con nadie porque no vale la pena, estoy solo en el universo y toda una serie de sin sentidos serios, reales y vividos por millones de fantasmas antes que nosotros.

Hoy reconozco que la vida pasa tan rápido que cuando aprendes a disfrutarla estás a punto de morir, siento que estoy a punto de morir cada segundo, ya pasaron diez años y sigo vivo, sigo respirando con éste inútil cuerpo que apenas y responde a mi corta edad, pero siento como si un millón de años me hubieran pasado por encima y no entiendo por qué, no entiendo por qué la autodestrucción no me es suficiente, por qué no sigo el camino de los demás que sólo se aventaron al precipicio, que sólo intentaron llegar alto desde el fondo del mar, y los demás, ni siquiera se pararon a intentarlo, es una vergüenza darte cuenta que el juego ya empezó justo en el último minuto que queda.

Y cada que escribo me repito y cada que hablo me repito, mis inquietudes cambian muy poco, mi diminuto lugar en el universo no se modifica ni siquiera en ideas, cada segundo me siento más ignorante y perdido en una vorágine de sensaciones vacías y terror a la profundidad, a la búsqueda de lo auténtico, al horror de vivir sin cuestionar si alguien me ama, o le importo, solo dejándome llevar por el ego absoluto y hambriento de reconocimiento que necesita desangrar a alguien para hacerme creer que estoy vivo, pero eso ya no sucede más, porque mi cadáver se está pudriendo en el fondo del océano desde que nací, desde que me volví sordo y mudo ante lo que me rodea y soy incapaz de entender el lugar que jugamos en ésta interminable partida de ajedrez, en ésta estúpida espiral de odio, que sólo termina con mis entrañas en las garras de mi ego, ya no hay a quien desangrar, es hora de acabar, el sueño me invade, no voy a despertar.

No hay comentarios: