Bienvenido

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lunes, 9 de febrero de 2015

Zarzamora

Dentro de mi crece un parásito, yo lo llamo Luigi, pero podemos decirle cómo gustemos. Cada día es una lucha constante contra él, podría parecer algo muy físico y cansado, pero Luigi no es alguien musculoso o ágil, Luigi me conoce, me conoce bien, y he ahí donde yace su peligro.

La cosa con Luigi es que se aburre rápido, y busca siempre maneras nuevas de robarme, energía, amor, atención o simplemente, el sueño.

Y cuando podemos ponernos de acuerdo, es porque ése día logré engañarlo, porque para el no es importante aniquilarme, sino verme destruido, pero en vida, porque así lo alimento, diario, y lo hago crecer, gordo y sano, reluciente como escarabajo gigante.

Cuando Luigi era gigantesco, mi vida era una espiral de constante decepción, alcohol, drogas, sexo sin sentido, sobretodo la vaga noción de que estaba haciendo algo valioso en el fondo, he ahí el peligro.

Y el problema no son los excesos, sino el placer, el placer que estaba más ausente que nunca. Luigi se lo come todo, y el placer es su platillo favorito.

Si he de ser sincero, tiene un buen rato que no disfruto de nada, ni del sexo, ni del exceso, ni del trabajo, sólo disfruto de una buena conversación y de mentirme de vez en cuando creyendo que tengo un propósito, pero funciona temporalmente, es muy corto.

Extraño el placer, extraño perder el tiempo en mi cabeza, extraño ser yo y no odiarme.

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