Bienvenido

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lunes, 1 de diciembre de 2008

Domingo en la tarde

Fumaba un tabaco profundo, hasta quemarse los dedos, para sentir el delicioso ardor, para sentirse viva, un poco más cada vez. Dio un trago a su cerveza y miró al infinito como siempre lo hace, mientras su impaciente pierna se mueve cada vez más rápido, se lame los labios cada dos segundos, y la boca siempre está seca, toma el cigarro como lápiz, cuando fuma parece que se encoge un poco. 

- la pizza es muy seca, necesito mucho líquido cerca para poder comerla- dijo

No pude más que reír, y dejarla teorizar al respecto, dejarla explicarme por qué, por qué ve el mundo como lo ve, por qué vive como vive, por qué siempre espera que la traicione, por qué nunca es suficiente, por qué le deben todo todos y por qué ya está cansada y no sabe como detenerse.

Fuma una última vez y me mira, el humo huye de su boca y de sus fosas nasales con bastante tranquilidad, acariciando cada centímetro de su dolor.

- ¿vienes? 

- No

Apaga su cigarro, mira el cenicero como si de ello dependiera su vida, guarda la cajetilla en su bolsa, busca algo eternamente dentro de su bolsa hasta que por fin saca una navaja, la pone enfrente de mi.

- Entonces llévatela, ya no la necesito.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta, me gusta, me gusta!!! los domingos evocan tantas cosas!!